Pelicula:

Aly Muritiba (Mairi, 1979) es un guionista, productor y director brasileño cuya formación incluye el grado universitario de Historia y una especialización en Comunicación y Cine; tiene tras de sí una ya apreciable carrera profesional, con un buen puñado de cortos, series, documentales y largos de ficción. En este último apartado cuanta ya con seis títulos, algunos de ellos en comandita con otros cineastas, aunque en los últimos tiempos ya rueda siempre solo. Es un cineasta que gusta de las historias con relaciones esquinadas, y con esta su nueva película, Desierto particular, lo confirma.

La historia se ambienta en nuestros días, inicialmente en Curitiba, capital del estado de Paraná, al sur de Brasil, una próspera ciudad que se acerca a los dos millones de habitantes. En ese contexto conocemos a Daniel, un instructor de policía que está apartado del servicio por haber dado una brutal paliza a uno de los aspirantes a ingresar en el cuerpo. Vive con su padre, que esta semisenil. La espera de juicio por la agresión es más llevadera con el sentimiento que el instructor siente crecer hacia una chica, Sara, a la que ha conocido por internet y que vive al norte, en Sobradinho, en el estado de Bahia. La relación de ambos se limita a los mensajes a través de Whatsapp y poco más, pero llega un momento en el que ella ya no le contesta. Apremiado por una situación cada vez más complicada en su trabajo, con el juicio en puertas, Daniel decide liarse la manta a la cabeza y cruzar el país para encontrarse con su amor, ese amor renuente de los últimos días… Pero quizá no todo sea como él piensa, y tenga que replantearse qué es, qué quiere, y qué significa amar…

El buen cinéfilo recordará una película del irlandés Neil Jordan titulada Juego de lágrimas (1992), en el que un bragado miembro del IRA concibe un amor hacia una mujer transgénero, sin saberlo, y cómo esa relación terminará encauzándose por los habituales terrenos del amor. De alguna forma, este Desierto particular participa también, por supuesto a su manera y en su propio contexto e historia, de esa misma peripecia, la del hombre enamorado que, llegado el momento de la coyunda, se encuentra con que su supuesta amada resulta ser un hombre. Si Juego de lágrimas se inscribía en una época (años noventa) en la que la actitud hacia las personas LGTBI distaba mucho de la actual, mucho más tolerante y natural, aquí el conflicto se manifiesta al tener lugar en un país, Brasil, donde no se puede decir que los gais gocen precisamente de mucha popularidad, y menos con la ideología rabiosamente homófoba de su actual presidente Bolsonaro; también la misma profesión del protagonista, instructor de policías, no parece ser la más tolerante en este aspecto, al menos de entrada.

Ese es el terreno en el que se cuenta esta historia entre dos personas que sentían por el otro un sentimiento inequívocamente amoroso, uno consciente de lo que ello presuponía, el otro idealizando a la joven que resultó ser “el” joven. ¿Cambiará ello el sentimiento? ¿Tiene el amor que ver con el cuerpo amado, con la consumación de una forma u otra de ese amor? Esas y otras preguntas quedan flotando en la película, aunque, si tuviéramos que decir sobre qué va Desierto particular, quizá nos decantáramos por una reflexión sobre la verdadera identidad de cada uno; así, cuando Daniel le pregunta a Robson (el nombre masculino real de Sara) ¿qué quieres?, el chico le responde a su vez con un ¿y tú, qué quieres?

Finalmente quizá una película veladamente existencialista, Desierto particular te gana por su tono sutil, por estar hablada como en voz baja, por su historia en la que no hay buenos ni malos, en todo caso gente que ha hecho barbaridades, como Daniel y su brutal agresión a un pobre chaval que tenía a su cargo, pero  al mismo tiempo capaz de amar como solo quizá sean capaces de hacerlo los seres humanos, más allá de toda lógica, razón o sentido común. En esa línea, no estamos ante un film panfletario ni maniqueo, sino que busca cierta ecuanimidad, aunque parece evidente que el director y su guionista están de parte de Robson/Sara. Rica en matices, aunque con un tono muy sobrio, la película no rehúye la crítica a actitudes intolerantes como el fanatismo religioso de corte evangélico que gana terreno, y de qué manera, en las amplias capas semianalfabetas de la sociedad brasileña, ayuna de certezas y de asideros en un país que naufraga entre la corrupción y el populismo.

Formalmente la realización es funcional: Muritiba no busca los alardes de cámara ni de encuadre, ni filigranas autorales que en absoluto van con esta historia callada y en do menor; sus mejores momentos los da entonces con la propia historia, como el símbolo que será para Daniel el vestido que regaló a Sara y que, tras conocer su verdadera identidad, será para él como el permanente recuerdo del amor devastador que lo consume.

Con un final que es a la vez feliz y triste, la película en su último tramo quizá se resuelve de forma menos verosímil que el resto, pero no desentona, y se agradece que no termine en gran tragedia y que los protagonistas tengan oportunidad de seguir con sus vidas, aunque quizá definitivamente cambiados, seguramente para mejor.

Buen trabajo de la pareja protagonista, Antonio Saboia, que da bien el papel de férreo policía cuyo mundo se tambalea por un amor que no sabe gestionar, y Pedro Fasanaro, que confiere verosimilitud a su doble papel, el hombre corriente de la calle que quiere escapar del culo del mundo en el que está atrapado, y la mujer que lleva dentro de sí y que concibe un amor quizá sin futuro con alguien plenamente imbuido de la homofobia ambiental de su país.

Desierto particular es la candidata de Brasil a los próximos Oscars, y ya cuenta con una apreciable carrera en festivales, acumulando premios en certámenes tales como Venecia, Huelva y Recife.

(19-09-2022)


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110'

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Desierto particular - by , Sep 19, 2022
3 / 5 stars
Un “Juego de lágrimas” con acento brasilero