Pelicula:

El cine de la República de Macedonia del Norte, hasta febrero de 2019 denominada Antigua República Yugoslava de Macedonia, por problemas con sus vecinos griegos, que también tienen una región del país llamada Macedonia, no es precisamente numeroso. Como tal república separada de la vieja Yugoslavia, su filmografía, incluidos productos televisivos, no llega a los quinientos títulos. Que con tan escasa producción haya un mujer directora, Teona Strugar Mitevska (Skopje, 1974), que tenga tras de sí ya una carrera de cinco largometrajes y un corto, colinda casi con el milagro. Porque, a la vista de la película, Macedonia no es precisamente el reino de la igualdad entre hombre y mujer…

La acción se desarrolla en Shtip, ciudad macedonia de unos 50.000 habitantes, situada al Oeste de la nación, donde se celebra anualmente un ancestral ritual religioso en el que el pope del lugar arroja una pequeña cruz al río, cuya recogida se disputan varias decenas de hombres; el que la consiga tendrá, según la tradición, un año de suerte. Petrunya es una mujer de 32 años, licenciada en Historia, sin trabajo, con sobrepeso y con la autoestima por los suelos; vive en casa de los padres; tras acudir a una entrevista de trabajo que termina horriblemente, Petrunya, al volver a casa, se encuentra con la celebración religiosa de la cruz arrojada al agua. Sin pensárselo dos veces, se lanza y la coge ella; la multitud enfurece, argumentando que solo los hombres pueden competir por la cruz. Consigue escapar, pero se habrá abierto una caja que difícilmente se volverá a cerrar...

Dios es mujer y se llama Petrunya busca ya desde el título provocar; si el país es como se nos cuenta aquí, ciertamente esa provocación está más que justificada. Otra cosa es que la película resulte demasiado estirada, una vez agotada la anécdota inicial de la cruz recogida por la mujer; a partir de ahí, y sobre todo en la larguísima secuencia que transcurre en la comisaría de Policía (casi tres cuartos del film, no se acaba nunca...), se trata de alargar sin mucho sentido lo que ya ha quedado claro desde el principio, la terrorífica sociedad que no tolera que se contradigan retrogradas normas no escritas. Muy crítica con todos los estamentos que representan el Poder, desde la Iglesia (ortodoxa griega, en este caso) a la Policía, pasando por la Justicia e incluso los medios de comunicación (la periodista que cubre el caso se quedará sola y abandonada por sus jefes, temerosos de que el tema les haga perder audiencia), la película llega nítidamente en cuanto a la denuncia de una sociedad hostil con cualquier forma de modernización, que se opone frontalmente a una igualdad real entre los sexos.

Aunque evidentemente su innecesario alargamiento juega en su contra, Dios es mujer y se llama Petrunya gusta precisamente por su apuesta por la mujer en uno de los muchos paraísos machistas que hay en el mundo. Hay que tener mucho coraje, como la directora del film, para conseguir poner en escena una película como esta que no es en absoluto complaciente con su país, con la salud democrática de la república, con la que debería ser la neutralidad del estado con respecto a las costumbres religiosas o étnicas, que no queda demasiado claro de qué se trata en este caso.

La directora no es una estilosa, pero sabe poner en escena con profesionalidad, aunque es cierto que algunas escenas, como la de la recogida de la cruz por parte de la protagonista en el río, está pésimamente planificada, como si fuera la directora aficionada que, evidentemente, no es. Buen trabajo de los actores, desconocidos en Occidente, en especial la protagonista, Zorica Nusheva, que cincela el personaje más interesante y matizado del film, una mujer que encontrará en el episodio de la cruz por ella aprehendida la ocasión de reivindicarse como ser humano, de hacerse valer, por una vez, en un país que, como dice en un momento dado la periodista que cubre la noticia, está atrapado en la Edad Media.

(12-11-2019)
 


Dirigida por

Género

Duración

100'

Año de producción

Trailer

Dios es mujer y se llama Petrunya - by , Jan 24, 2020
2 / 5 stars
Un país atrapado en la Edad Media