En 2014 la comedia Dios mío, ¿pero qué te hemos hecho?, dirigida por Philippe de Chauveron, se convirtió en un auténtico fenómeno sociológico, con una notabilísima recaudación en la propia Francia y, lo que es menos frecuente, en el resto del mundo, alcanzando en todo el orbe la bonita cifra de 174 millones de dólares de ingresos por taquilla en salas de cine. El film, que no era nada del otro jueves, divirtió por su peculiar visión del multiculturalismo, en una sociedad, la francesa, que es multiétnica a carta cabal, cuando un maduro católico, gaullista y moderadamente gilipollas padre de familia se encuentra con que sus cuatro hijas han ennoviado y posteriormente casado con, a saber: un judío, un musulmán, un chino y, cuando finalmente el cuarto resulta por fin ser católico, como ellos… resulta que es negro.
Comedia de opuestos, o de contrastes, como también lo fue en esas mismas fechas (aunque las claves concretas eran distintas, por supuesto) la española Ocho apellidos vascos, la película de Chauveron era un moderadamente divertido entretenimiento que no zahería ni metía dedo en ojo alguno, aunque a veces tuviera ciertas osadías al contravenir, mayormente en boca del protagonista gaullista, católico y carajote, algunas incorrecciones políticas que, dada la asfixia que se vive hogaño en ese terreno, resultaban hasta transgresoras…
Como era de prever, un éxito comercial de esa magnitud no iba a dejar de exprimir el filón, porque parecía evidente que en la historia del matrimonio maduro, sus cuatro hijas y, sobre todo, su relación con los cuatro yernos cada cual de su padre y de su madre (nunca mejor dicho…), podía haber mucha tela que cortar. Dicho y hecho (aunque se demoraron un tanto: cinco años…), De Chauveron rodó la segunda parte, esta Dios mío, ¿pero qué nos has hecho… ahora?, que no se puede decir que haya sido el colmo de la originalidad en el título, priorizando que el espectador reconozca de esta forma el film de origen del que es continuación.
La acción transcurre años después de que el matrimonio Verneuil haya aceptado las bodas de sus cuatro hijas, aunque el marido, Claude, lo ha hecho con reticencias (y con frecuencia, con retintín…). Pero los cuatro yernos se sienten insatisfechos en Francia; los cuatro, por distintos motivos, creen que vivirían mejor bien en sus países de origen, como el musulmán en la Argelia de sus padres, o el chino en la pujante China del siglo XXI, o en países que consideran la Tierra Prometida, como es el caso, literalmente, del judío con respecto al Israel de sus ancestros, o del africano con respecto a la India, creyendo que, como actor, puede triunfar en Bollywood. Ante ello, Claude, a instancias de su mujer, que no quiere bajo ninguna circunstancia perder el contacto con sus hijas y, sobre todo, con sus nietos, urde un plan para volver a enamorar a los cuatro yernos de esa Francia de la que despotrican…
Hay en el film, por supuesto, aunque con los ropajes de la comedia, una cierta reivindicación (aunque con trampa), no exenta de una suave crítica, del país, de la Francia actual, reconociendo sus problemas congénitos, pero también el bienestar y las óptimas condiciones para vivir que una de las grandes naciones occidentales puede ofrecer a sus ciudadanos, sean franceses de pura cepa o no, como es el caso. Esa idealización de otras culturas se da aquí de bruces, aunque sea con engaños y falacias, con la realidad de un país que, ciertamente, es el faro hacia el que se dirigen muchas miradas de personas desesperadas que quieren un futuro mejor para ellos y sus hijos.
Con un humor políticamente incorrecto, pero bastante light, esta segunda entrega es cierto que tira de los tópicos raciales que ya eran, de alguna forma, una de las señas de identidad de la primera entrega de la serie. Este segundo capítulo mantiene razonablemente el tono de la primera, aunque falta aquí ya el elemento sorpresa de ésta, siendo en cualquier caso una entonada continuación, desde luego bastante superior a la tercera parte, titulada Dios mío, ¿pero qué nos has hecho? (2021) (de nuevo luciéndose con el título… ), en la que ya se apreció que todos, desde el director hasta los intérpretes, iban con el piloto automático y pensando solo en cobrar y marcharse.
(11-09-2022)
99'