En las películas hay superhéroes extraídos de los tebeos y otros héroes que lo son por las acciones humanitarias que hacen en defensa de la vida de los demás que, la mayoría de las veces, suelen quedar anónimos, a menos que hagan una gran proeza. Basada en hechos reales, Dioses cuenta la historia del profesor Zbigniew Religa, un cirujano polaco que en los años 80 logró el primer trasplante de corazón con éxito en Polonia, tras varios intentos fallidos, teniendo que luchar contra la opinión de sus colegas y por sacar adelante su propia clínica.
Es un homenaje a este hombre que se atrevió a cambiar las reglas establecidas al trasplantar un corazón humano rompiendo las barreras morales culturales y religiosas, muy acendradas en el país, en un relato de superación personal.
Es el tercer largometraje como director de Lukasz Palkowski, tras debutar en la dirección en 2007, con un tema muy diferente ya que los dos títulos anteriores fueron comedias y, sorprendentemente, es el primer guion que escribe Krzysztof Rak, sobre este personaje que era muy conocido en una Polonia aún comunista en los años 80, pero aquí resulta totalmente desconocido, por lo que no logra interesarnos.
Está bien realizado, pero le sobra metraje ya que hay acciones demasiado repetitivas, tratando de ser fiel a la realidad histórica, de las que algunas se podían haber suprimido; no obstante interesa la reflexión que se hace sobre este hombre que se pudo haber endiosado al tener en sus manos la decisión sobre la vida de determinadas personas. El problema está en cómo lo cuenta, ya que le sobran las canciones americanas, está deslavazada y las relaciones con el poder no están bien explicadas.
De positivo tiene la ambición del doctor Religa, eminente cirujano cardíaco, para lo que emplea toda su fuerza de voluntad por conseguir lo que pretende en contra de que sus colegas piensan que es un acto contra natura trasplantar un corazón humano, en lucha contra las estructuras del sistema médico de esos años en el país polaco, en defensa de los más débiles, y a pesar del precio que tuvo que pagar para conseguir lograr lo que se propuso, con lo que contribuyó a un mundo mejor.
El mayor problema de este film es Thomasz Kot, en un claro error de casting, ya que en ningún momento da el tipo de un médico que se supone humanitario, que pretende salvar vidas, cuando ni su físico le acompaña, desgarbado, de aspecto diabólico en ocasiones y con reacciones violentas. Por otra parte el actor tampoco se esmera en aparentar una mayor bondad, ya que se presenta como un personaje desagradable, tiránico con los demás, arrogante y obsesivo con su trabajo.
Una advertencia para las personas que sean impresionables, ya que se ofrecen al menos media docena de operaciones a corazón abierto, casi tantas como tentativas tuvo el doctor Religa antes de tener éxito.
No recomendable para espectadores que estén intentando dejar de fumar, ya que no hay ni un momento en que alguno de los personajes no tenga un cigarrillo en los labios, lo que extraña en unos tiempos en que se está en contra del tabaco y más en la figura de un médico, por mucho que fuera así el personaje real, detalle que se podía haber evitado.
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