No suele ocurrir mucho, pero a veces hay buenas ideas mal servidas por los profesionales encargados de llevarlas a cabo. He aquí uno de esos casos, con una historia curiosa e interesante, la de una mujer, médico de profesión y embarazada de siete meses, que viaja a Venezuela con una ONG, muriendo en un accidente fluvial en el que no se recupera su cadáver. El marido, también doctor, empieza a encontrar signos que parecen indicar que su esposa quiere comunicarle algo: niños con cáncer le dicen que en sus trances letales han hablado con ella, hombres recién muertos que le hablan con la voz de la difunta...
La tensión emocional va en gradación creciente, hasta que el médico, olvidando su anterior actitud racionalista, comprende que tiene que viajar al lugar de la muerte de su mujer, porque allí está la clave del asunto. Hay, por tanto, interés en la historia, desde la progresiva comprensión del descreído de que hay algo más en el Cielo y en la Tierra que no vemos, hasta las peculiares maneras que tiene la muerta para comunicarse con su marido.
Lástima que el director, Tom Shadyac, no sea precisamente un prodigio de sutileza, y algunas de las escenas (véase la de Costner guardando los efectos de la mujer para sacarlos de la casa), deslumbrantes sobre el papel, se quedan por debajo de su evidente potencial. Shadyac, forjado en comedietas intrascendentes al servicio del peor Jim Carrey, no era el cineasta más adecuado para poner en imágenes este cuento entre romántico y terrorífico, plenamente necrofílico y con un final que remite a la esperanza en un mundo desesperanzado.
Tampoco Kevin Costner, con su "look" de estrella, era el actor más idóneo, donde hubiera brillado más otro intérprete menos mediatizado por su estatus y su cuenta corriente. Como siempre, mucho mejor están los secundarios, como esa fámula y amiga que compone la oronda Kathy Bates, o la monja minimalista que hace Linda Hunt.
Así que, como decía el clásico castellano, refiriéndose a Ruy Díaz, conocido en su siglo como El Cid, "qué buen vasallo/ si tuviese buen señor"...
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