Vuelve Sylvester Stallone por donde solía, en una especie de Rocky que se hubiera pasado a la Fórmula 1, con guión propio aunque dejado en manos de Renny Harlin; la verdad es que, para estas alforjas, podría haberlo dirigido también el viejo Sly, con lo que, además de coproductor, actor (está bien, aceptamos pulpo como animal de compañía...) y guionista, habría incrementado su nómina con otro sueldecillo, que no parece le sobre, tras sus últimos fiascos.
"Driven" es una más bien penosa puesta al día (estoy tentado de escribir "puesta a la noche", dándole la vuelta a la frase hecha) al héroe que el propio Stallone cinceló en su "Rocky", la primigenia, la número uno de la serie, dirigida por John G. Avildsen en 1976, la única realmente potable de la saga, en la que el entonces joven actor consiguió plasmar, con su hieratismo y su tozudez, uno de los mitos del cine moderno, el del boxeador (vale cualquier otra tarea, pero es más evidente en ésta) que, con su esfuerzo, voluntad y coraje, consigue lo imposible, pasar de "sparring" de cuarta categoría a campeón del mundo, por mor de una carambola del azar, cierto, pero también aprovechando hasta las heces la copa de suerte inesperadamente llegada a sus labios. Pero lo que había de grandeza (que la había, y eso se nota más con el paso del tiempo, que despoja a todo de su ganga y mantiene lo que vale) en aquel primitivo "Rocky" es en este "Driven" una metedura de pata tras otra: lo es colocar de nuevo a Stallone en un personaje que no deja de ser una variante de aquel Rocky Balboa, un perdedor que tiene una ocasión de oro de volver a brillar, aunque en este caso lo haga en favor de un pipiolo (Kip Pardue, un pardillo con menos carisma que la gallina Caponata), en cuyo ara, figuradamente, se inmola (pero no en Imola: ése es otro circuito); la escena del salvamento de uno de los pilotos por los dos cabezas de carrera es, sencillamente, delirante, típica del Harlin más marciano ("La isla de las cabezas cortadas", "Memoria letal", "Deep Blue Sea": vaya trío de ases del despropósito...), al que el viejo Sly, aunque es la estrella, no ha tenido fuelle para parar los pies. Los personajes femeninos son de cartón piedra, y los masculinos directamente de piedra, sin cartón, empezando por Stallone, siguiendo por Burt Reynolds (éste de piedra-pómez...) y terminando por el alemán importado Til Schweiger, que ha pasado de niño mono en "El hombre deseado", en su tierra tedesca, a ser llamado "cara de palo" (sic) por el auténtico rey de esa categoría, el nunca bien ponderado Sly. Y es que, en el fondo, es un dechado de modestia...
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