El protagonismo de los asesinatos en serie ha sido muy fuerte en el cine de intriga y terror de las últimas décadas, y la figura del psicópata es de sobras conocida a estas alturas para el aficionado al género. Por eso una cinta interesante y correcta como esta “Ed Gein” no puede ya llamar la atención y, a pesar de sus premios en el Festival de Sitges (fue galardonada como mejor película y Steven Railsback como mejor actor), su historia nos suena ya a algo conocido.
En efecto, sobre unas premisas argumentales de base real, con un personaje que inspiró a Robert Bloch su novela “Psicosis” (sobre la que Hitchcock reelaboró su magistral film), es esta la historia de un hombre mediocre, perdido en la América profunda de los años cincuenta, absolutamente dominado por su madre, en la vida y en la muerte, lo que le lleva primero a desenterrar cadáveres de mujeres y luego a asesinar a otras.
Dirigida con mesura por Chuck Parello, que evita truculencias innecesarias, la cinta sin embargo alterna escenas conseguidas y llenas de tensión (la subida de los chicos al cuarto del protagonista) con otras más rutinarias y que alargan la anécdota. El buen tono de la obra es quizás su propio enemigo, echándose en falta un punto más de garra y apasionamiento para que la historia de este pobre loco entrara en la galería fílmica de asesinos inolvidables como Hannibal Lecter o Henry.
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