Esta película se pudo ver en la Sección Oficial a Concurso del III Festival de Sevilla, Cine y Deporte.
El escaso cine finlandés que llega a España suele estar firmado por su cineasta más personal y prestigioso, Aki Kaurismaki, y en otro tiempo llegaban también algunos filmes de su hermano Mika (estos son como los Taviani, directores de cine ambos, aunque los fineses no trabajan juntos, como sí hacen los italianos)
Por eso se agradece de vez en cuando poder ver otro cine finés firmado por otros autores, como es en el caso de esta Eila, un percutante drama social, con una limpiadora que verá como su vida se torna un infierno cuando sale de la cárcel su hijo, que la maltrata, y se ve envuelta en un conflicto laboral que la deja sin empleo.
Sin llegar a la tremebunda tristeza de La chica de la fábrica de cerillas, del mentado Kaurismaki (Aki, en este caso), el filme tiene una dosis de dureza social y familiar más que notable, pero está resuelto con sencillez y claridad de ideas: esa mujer silenciosa tendrá que modular paulatinamente su docilidad para no ser arrollada por los demás; en la medida en que sepa tomar el timón de su vida en sus manos, ésta empezará a cambiar.
Un final más o menos feliz resulta algo artificial, pero el filme de Jarmo Lampela tiene empaque y prestancia, confirmando que el cine escandinavo es ideal para estos hoscos dramas sociales: y es que incluso en el Paraíso en la Tierra, que es como se considera generalmente a Escandinavia en su conjunto, también hay parias.
Sari Mällinen está sobresaliente en su callado papel de mujer atormentada por todos, una persona al final de la escala social a la que tanto costará rebelarse contra la flagrante injusticia. Su labor fue reconocida con un Jussi (premio equivalente en Finlandia al Oscar o al Goya) a la Mejor Actriz Protagonistsa, consiguiendo el prolífico Jarmo Lampela el relativo al Mejor Director.
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