Giorgio Bianchi fue un realizador italiano, especializado en películas de serie B, al gusto de las grandes masas, y como vehículos ideales para actores de gran popularidad, a los que sirvió con entrega y profesionalidad.
Por sus manos pasaron todos los grandes de la interpretación italiana, como Ugo Tognazzi, Gina Lollobrigida, Vittorio de Sica, Alberto Sordi, Giulietta Massina o Antonella Lualdi. Realizó dramas neorrealistas menores, melodramas y comedias con aceptable tono. “El conde Max” es, precisamente, una comedia hecha a mayor gloria de Alberto Sordi y Vittorio de Sica, una coproducción con España que cuenta las vacaciones con aires de grandeza que se permite un quiosquero romano, aconsejado por un noble, el conde Max del título, que le tiene por amigo. Viaja por Cortina D’Ampezzo, Madrid y Sevilla, bebiendo los vientos por una condesa de rompe y rasga. Diversión menor pero garantizada, por tanto, para los que gustan de este tipo de comedias que, de alguna forma, fueron la cara amable del Neorrealismo italiano.
Sin embargo, no deja de ser curioso que Sordi fuera un actor que no contó con demasiadas simpatías en España, tal vez porque su humor se apartaba del habitual que nos llegaba entonces de Italia. Con todo, Alberto Sordi fue, por supuesto, uno de los más interesantes artistas (fue también director y guionista) que diera el país con forma de bota durante la segunda mitad del siglo XX.
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