CRITICALIA CLÁSICOS
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Orson Welles, en cierta ocasión, se dice que dijo que la diferencia entre los resistentes franceses (cuando la ocupación nazi) que delataron a algunos compañeros era que lo hacían para salvar (o eso creían) sus vidas o las de sus familias. Pero los delatores de Hollywood durante la caza de brujas del maccarthismo lo hicieron para salvar sus piscinas...
La piscina como símbolo de un estatus social se concretaba y localizaba en otros tiempos, y en los ambientes de la meca del cine, en el famoso Sunset Boulevard, la avenida que albergaba gran cantidad de mansiones de artistas y gente del espectáculo. Y en una de ellas se centra la trama de El crepúsculo de los dioses, escrita por Billy Wilder y uno de sus guionistas de cabecera, Charles Brackett, con un argumento complicado, sorprendente, detallista, original y poliédrico: vemos el mundo del cine por dentro, la decadencia de una gran diva, sus debilidades, sus desvaríos, y veremos también (en un golpe de originalidad) que todo ello nos lo narra un cadáver que flota precisamente... en una piscina.
Un guionista entrampado y en apuros, Joe Gillis (excelente William Holden) huyendo de sus acreedores por el Sunset Boulevard se mete con su coche en un descuidado y aparentemente abandonado jardín. Su dueña lo confunde desde una ventana y lo invita a entrar. Así conoce -y reconoce- a Norma Desmond: "usted era grande..." y ella le responde "soy grande, son las películas las que han empequeñecido...". Así comienza una relación entre ambos que Wilder describe de forma impecable e implacable, el mundo paralelo de la diva del cine mudo, sus ambiguas y enfermizas relaciones con Gillis, su locura de volver a filmar, su certeza de que el público lo desea... y todo ello siempre bajo la supervisión de Max, el mayordomo, que escribe falsas cartas de seguidores... encarnado por Eric Von Stroheim, en otra clara alusión a una época ya pretérita.
Mientras Joe Gillis intenta respirar aire fresco en su idilio con Betty (Nancy Olson) todo se complica en un malentendido: la Paramount y Cecil B. de Mille (en su propio papel real) quieren contar con el famoso coche de la Desmond (un modelo único) para sacarlo en su próxima película y ella malinterpreta que quiere rodar "Salomé" con ella como protagonista. Así, entre la crueldad y la locura, Wilder y Brackett van componiendo una historia malsana, que alterna el intento de suicidio de Norma con las humillaciones a Joe, al que exige amor y romance... Y siempre con el fondo recargado de la gran mansión llena de recuerdos, éxitos y sinsabores...
Mezcla alucinante de cine negro, melodrama, crónica histórica y gran guiñol, el siempre eficaz director nos lleva a un mundo enrarecido, a una película que al estar fechada en un año tan rotundo como 1.950 parece separar como dos grandes etapas del cine: la inicial de los creadores pioneros y sus décadas siguientes, con un enfoque renovador que vendría en la segunda mitad del siglo XX. Formalmente perfecta en su fotografía obviamente en blanco y negro, su vestuario de Edith Head o su estupenda música de Franz Waxman, la cinta se sustenta en unos trabajos interpretativos ajustados, desde un De Mille lleno de seguridad, o un Holden y un Von Stroheim ya citados, y apariciones también en sus propios roles de Buster Keaton o la muy cotilla periodista Hedda Hopper.
Y, naturalmente, Gloria Swanson, que aparte de tener seis maridos e incontables amantes, tuvo éxitos rotundos en su etapa muda (La reina Kelly o La intrusa) para volver triunfalmente a sus 51 años en esta película por la que fue nominada al Oscar. Se dice que fue George Cukor quien la recomendó a Billy Wilder, argumentando que nadie como ella podía ensamblar mejor la época muda con el cine de los cincuenta. Su famosa escena descendiendo por la escalinata en lo que ella cree su nueva película, es para consagrar a cualquiera...
Y volvemos a la piscina. ¿Cómo llega allí ese cadáver para contarnos (en gran parte) esta enrevesada peripecia? No desvelamos nada si decimos que en el mundo tan exagerado y emocionalmente violento de la historia que hemos visto, es casi lógico que alguno (o alguna) acabara disparando tres tiros mortales...
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