Los afro-americanos hermanos Allen y Albert Hughes, directores de películas como Dinero para quemar (1995) y Desde el infierno (2001), vuelven a la carga, esta vez con un film de acción que posee un argumento y un esquema parecido al de los westerns, aunque aquí sitúan la acción en un futuro post-apocalíptico en el que la Tierra ha sido asolada por una hecatombe no determinada. Eli es el guardián de un libro del que queda ese único ejemplar, tras haber sido quemados todos los de ese título; ese libro es codiciado por Carnegie, un villano que cree que en él se halla el secreto para poder dominar su destruido mundo. Eli, que únicamente busca la paz y lucha por sobrevivir entre tanta violencia y desolación, tiene puesta su esperanza en un mundo mejor, que se podría volver a conseguir en un futuro no muy lejano.
Tiene esta cinta bastante semejanza con el western, con el forastero que llega al pueblo y tiene que enfrentarse con el cacique, ha de defender a la chica, luchar contra la injusticia e imponer la paz, lo único que varía en esta ocasión es el paisaje, que en todo momento recuerda el escenario de Mad Max o más recientemente el de La carretera, especialmente de esta última, por la semejanza en la fotografía, muy trabajada, de tonos plomizos, casi blanco y negro, de cielos nublados que nos sumergen en la tristeza y en la desesperanza por la escasez de agua y alimentos.
El guión tiene algunas incongruencias, como que después de treinta años siga habiendo armas, proyectiles, pilas y gasolina para que funcionen los herrumbrosos vehículos. No destaca el guión por su originalidad, aunque a diferencia de La carretera aquí no hay niño, en vez de dirigirse al sur en busca del mar se encamina hacia al oeste para hallar un mundo nuevo con nobles valores, y esta vez es un solitario luchador capaz de matar a varios enemigos en una sola pelea en la que no duda en usar un machete afilado, un arco con flechas o armas de fuego en las que es un experto tirador.
Al final, el debutante guionista Gary Whitta, nos reserva una sorpresa y nos sugiere una reflexión sobre la religión, en una especie de parábola acerca de la fe, la libertad y la esperanza en la humanidad que transciende la pura acción. Aunque en determinados momentos resulta increíble, se agradece la presencia de Denzel Washington y Gary Oldman, actor este último que tiene bien aprendido el personaje de villano. La dirección de los hermanos Hughes es correcta pero podían haber logrado un mejor resultado.
114'