Pelicula:

John Frankenheimer fue uno de los más conspicuos directores pertenecientes a lo que la Historia del Cine conoce como “la generación de la televisión”, denominando así a un cierto número de cineastas norteamericanos que se foguearon en seriales televisivos antes de dar el salto al cine; sus nombres son bien conocidos: Sidney Lumet y Sam Peckinpah quizá sean los más conocidos, pero también otros también muy interesantes y populares, como Arthur Penn, Delbert Mann, Martin Ritt o Franklin J. Schaffner. Y, por supuesto, Frankenheimer. Todos ellos se iniciaron en la televisión, que en los años cuarenta y cincuenta, en Estados Unidos, generó una gran cantidad de profesionales que más tarde se pasaron al cine.

En el caso de Frankenheimer, estamos ante un cineasta que se inició en la televisión a partir de 1954, dirigiendo varios seriales, como Danger y Climax, que le dieron las tablas necesarias para saltar al cine. Tras una primera incursión en la pantalla grande todavía en los cincuenta, Un joven extraño (1957), su eclosión como cineasta vendría dada por varios de sus films de los años sesenta, que se puede considerar su mejor etapa como director: tras la interesante Los jóvenes salvajes (1961), un potente thriller de reminiscencias antirracistas, encadenará uno tras otro los títulos que le darán fama: El hombre de Alcatraz (1962), hermoso drama sobre la redención; esta El mensajero del miedo (1962), de nuevo un thriller, ahora de corte político, formalmente brillante e ideológicamente combatiente; Siete días de mayo (1964), otro thriller percutante, también de altos vuelos políticos, aquí sobre la cuestión nuclear; y Plan diabólico (1966), curiosísimo y extrañísimo film entre el terror y la ciencia ficción, toda una rareza de la época. Después Frankenheimer aflojó el ritmo y pareció decrecer en talento; aún hará algunos films interesantes, como El hombre de Kiev (1968) y Domingo negro (1977), pero en general su cine se adocenó y perdió el brío de sus primeros años.

El mensajero del miedo es todo un clásico en su género, el thriller político de aliento liberal. Durante la Guerra de Corea, un indígena que sirve dentro de las fuerzas norteamericanas destinadas en el país, en aquel conflicto que terminó partiendo la nación en dos, traiciona a los que supuestamente obedece y los entrega al ejército del norte; estos los llevan a la URSS, donde serán reprogramados mediante hipnosis por un experto en el arte del mesmerismo. A su vuelta a Estados Unidos, uno de ellos, el sargento Raymond Shaw, regresa como héroe de guerra, al informar su jefe, el comandante Marco, de su arrojo y valentía en combate, habiendo supuestamente salvado la vida de todo su grupo, información ratificada por el resto de hombres. Pero el sargento parece guardar un secreto, como todos sus colegas, que empiezan a tener sueños recurrentes y sospechosamente parecidos...

La película está muy en la línea del aliento liberal que, en general, caracterizó al cine de los directores de la llamada “generación de la televisión”. Quizá como revulsivo hacia la execrable Caza de Brujas lanzada por el Senador McCarthy, los hombres (porque en ese aspecto, la dirección cinematográfica en USA, las mujeres aún apenas si sacaban cabeza) que hacían cine impregnaron sus películas de un corte político avanzado, moderadamente izquierdista, denunciador de las tropelías que el fanatismo anticomunista provocó en la sociedad de la época.

Aquí esa denuncia está presente en la figura de la madre del sargento Shaw, auténtica artífice en la sombra de toda la artera maniobra que se gestó para acceder a la más alta magistratura de la nación, aunque por motivos manifiestamente personales, egoístas antes que ideológicos. El tono como de sueño del relato entronca perfectamente con la utilización de la hipnosis como forma de manipular “ad libitum” a los individuos, consiguiendo Frankenheimer una rara atmósfera como de pesadilla, en un film que no pierde el ritmo nunca, que va dejando ladinamente pistas del secreto que guarda hasta llegar a un final de infarto.

Magistralmente rodada y montada, El mensajero del miedo es, como queda dicho, un auténtico clásico en su género, el thriller político, la conspiración para acceder al poder. Décadas más tarde se hizo un “remake”, con igual título (tanto en el original como en su versión española), El mensajero del miedo (2004), con dirección de Jonathan Demme, con Meryl Streep, Denzel Washington y Liev Schreiber en los papeles principales, muy inferior, a pesar de los buenos mimbres (dirección e intérpretes) con los que contó.

Al éxito del film de Frankenheimer contribuyó, sin duda, un magnífico guion de John Axelrod, que versionó muy bien la novela original de Richard Condon. Axelrod fue uno de los guionistas más interesantes del Hollywood de los años cincuenta y sesenta, con libretos como La tentación vive arriba, Bus stop y Desayuno con diamantes. Buen reparto, con un Frank Sinatra muy entonado, y un Laurence Harvey que siempre fue un actor muy soso, pero cuyo rostro más bien hierático funciona a la perfección para dar un personaje que era, “per se”, un secreto ambulante. De los secundarios nos quedamos con una sensual Janet Leigh, si bien es cierto que su personaje quizá sea un poco pegote dentro de la trama, y por supuesto con la siempre espléndida Angela Lansbury, una formidable actriz que lo hacía todo bien.


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126'

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El mensajero del miedo (1962) - by , Oct 21, 2018
4 / 5 stars
Conspiración