Nota previa sobre el título: es un despropósito rebautizar el original Irrompible, traducción literal de Unbreakable, como El protegido, nombre fofo e insulso donde los haya, y menos todavía cuando el que hubiera correspondido sería El protector, que se supone es la función a la que está llamado el protagonista. Hecha esta precisión, el lector que haya leído mi crítica de El sexto sentido sabe que no soy precisamente devoto de aquella sobrevalorada película.
Este nuevo producto del indoamericano M. Night Shyamalan confirma mis peores temores: el suyo es un cine de buenas ideas pero definitivamente mal resueltas. Si la de su anterior y exitoso filme era un final sorprendente, aquí no se priva de hacernos lo mismo, aunque ahora se le vea venir. La historia está preñada de atisbos interesantes, pero que el Shyamalan guionista no termina de concretar, y así, este relato de dos hombres antitéticos en su resistencia física (frágil como el cristal, uno; duro como el diamante, el otro) que pudieran ser prototipos de héroes de cómix, se convierte pronto en una mera acumulación de evidencias de que efectivamente ello es así, sin aprovechar los distintos caminos transitables en un planteamiento en principio tan jugoso. Así las cosas, El protegido ha sufrido un relativo fracaso comercial en USA, si lo comparamos con El sexto sentido, no llegando a los 100 millones de dólares, cuando el anterior sobrepasó de largo los 300, y, sobre todo, ha caído en picado una vez que el público se ha percatado de que la apetitosa liebre que le servían maullaba más de la cuenta...
Bruce Willis va a tener que hacer un curso acelerado para "poner caras" que demuestren lo muy sorprendido que está cuando se desvela la sorpresa final de las películas de Shyamalan, en las que siempre le toca quedarse con la boca abierta inmediatamente antes del "the end". Constatamos (no sin pesar: estamos tan deseosos de encontrar nuevos talentos...) que el indoamericano es un globo que se desinchará en cuanto se le acaben las sorpresas finales, sin las que sus obras son meros espantajos sin armazón.
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