Durante los años noventa del pasado siglo hizo furor un subgénero dentro del thriller que podríamos llamar “cine de intrusos”, en el que un individuo o individua se infiltraba en la vida de los confiados protagonistas y se la hacía trizas, a veces incluso literalmente. Películas como De repente un extraño (1990), Mujer blanca soltera busca (1992) o La mano que mece la cuna (1992), entre otras, dieron forma a un tipo de cine que apostaba por el recelo ante el extraño, ante el otro, en una suerte de xenofobia no declarada que, en general, no dio buen cine aunque sí generosas dosis de adrenalina en los espectadores y, durante algún tiempo, jugosos dividendos en taquilla.
Aquel cine languideció, pasó su tiempo, pero como todo, también tiene su “revival” en estos tiempos de escasez de ideas. Lo bueno es que vuelve, pero mejorado, olvidando las historias de buenos y malos para hacer algo distinto, mucho más ambiguo, donde el trío protagonista (en especial los varones) juegan sus bazas y a veces no se sabe quién es la víctima y quien su verdugo.
Una pareja cambia de domicilio para intentar empezar de nuevo tras algunos problemas conyugales, a los que no son ajenos sus infructuosos intentos de tener descendencia; el marido tiene nuevo y brillante trabajo, la esposa sin embargo deja de trabajar, se mudan a una casa de ensueño. Pero en su nuevo entorno el hombre se topa con un antiguo condiscípulo de sus años escolares; tras algunos primeros encuentros de cortesía con el matrimonio, la pareja se percata de que hay algo raro en el antiguo colega…
Joel Edgerton es un actor australiano especializado generalmente en papeles secundarios. Como tal ha estado en algunos de los blockbusters de estos últimos tiempos, tales como Star Wars II, Star Wars III, Exodus. Dioses y Reyes y El gran Gatsby. También ha estado en su tierra natal en alguna película tan notable como Animal Kingdom. Con El regalo debuta en la dirección de largometrajes, tras dos cortos, y lo cierto es que nadie diría que es novato, porque su primer filme comercial al uso es un percutante ejercicio de intriga, que juega a placer con el espectador, haciendo parecer al principio que estamos ante una nueva reedición de aquel viejo “cine de intrusos”, para después, poco a poco, casi sin darnos cuenta, ir virando hacia posiciones muy distintas, donde la línea entre bondad y maldad se difumina, y a veces incluso se decanta clarísimamente por quien parecía víctima en vez de verdugo.
Con un final abierto que sorprenderá a más de uno (sobre todo a los que quieren certezas a toda costa, cuando es mucho más interesante dejar a la imaginación del espectador lo que realmente pudo suceder), El regalo se convierte en una agradable sorpresa, un filme que, sin ser redondo, sí tiene muchos elementos de interés, desde un guión (también original del neófito director) lleno de buenas ideas, que va realizando una inteligente gradación en la intriga y desvela progresiva, arteramente, antiguos secretos que revelan las personalidades reales de los personajes.
Jason Bateman está bien en su complicado papel, aunque me quedo, como casi siempre, con una Rebecca Hall que para mi gusto es una de las mejores actrices de su generación, una mujer que une a su belleza nada estándar una rara capacidad para transmitir emociones. El director, Edgerton, se reserva el papel del (presunto) villano, de nuevo un secundario, aunque primordial en la trama, como si diera por bueno que, incluso en sus propias producciones, su papel es siempre el de actor de reparto…
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