Bajo los escombros del Muro de Berlín, aquéllos que creyeron que alguna vez podía crearse una sociedad más justa y libre, tuvieron que reciclarse y empezar a creer en algo, de nuevo, o simplemente a encanallarse. Ésa parece la tesis de esta El rostro, irregular trabajo de la (también) irregular Antonia Bird, directora de Sacerdote, entre otras.
El antiguo comunista se convierte en ladrón; nada de Robin Hood, aunque algo quede en su interior de aquel antiguo deseo de solidaridad. Sus contradicciones son lo más interesante de este relato que formalmente supone una incursión en el thriller y la acción, con sus "balaseras" y atracos incluidos, pero que deviene en interesante cuando Bird escudriña el rostro de su protagonista, un Carlyle lejos de la jarana festiva (pero también, en el fondo, tan dramática) de Full Monty.
Quizá en exceso esquemática, se echa en falta un mayor desarrollo de personajes que podían dar más de sí (esa madre que sigue fiel a sus ideas marxistas, esa novia que se debate entre su amor a un delincuente y su solidaridad con los marginales...), pero es una película que gana por su tono antes que por lo que realmente cuenta. Gusta por lo que parece querer decir (aún es posible la redención, también, desde un punto de vista progresista) antes que por lo que, entre balbuceos, realmente dice.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.