Durante un reportaje efectuado por una cadena de televisión de California, dentro de una central nuclear, se produce un accidente al fallar una válvula del complejo mecanismo del reactor atómico, provocando una inevitable inquietud entre los periodistas y el propio jefe de seguridad de la central...
La película de la que hablamos tiene una baza ganada de antemano: fue la primera cinta de corte comercial que, en Estados Unidos, se atrevió a tocar el espinoso tema de la energía nuclear y sus posibles consecuencias para la Humanidad. Es cierto que se podría considerar que el film peca de cierta parcialidad, al no recoger todas las opiniones de los que tienen algo que decir en este campo; claro que, como no es un film de ciencia sino una película meramente comercial, tampoco se le pedía una neutralidad a ultranza.
Es evidente que no se puede hablar de El síndrome de China sin citar también la central nuclear de Harrisburg, ciudad en la que por casualidad se estaba proyectando esta película cuando sucedió el famoso accidente de la central de las Tres Millas, que tuvo lugar en marzo de 1979, con la fusión parcial del núcleo, siendo uno de los más peligrosos desastres ocurridos con la energía atómica hasta entonces; después, los tremendos accidentes nucleares de Chernobyl y Fukushima hicieron prácticamente olvidar el de esta central de Pensilvania.
La película la produjo Michael Douglas, el famoso hijo del aún más famoso Kirk Douglas, gracias a los importantes beneficios que le reportó la producción de Alguien voló sobre el nido del cuco (1975), de Milos Forman. Su tema central es el temor a que un accidente en una central nuclear deje al descubierto el núcleo del reactor y pudiera entonces producirse lo que los expertos en la materia llaman "el síndrome de China", o lo que es lo mismo, que el núcleo atómico comenzara traspasar el suelo en vertical, hacia el centro de la Tierra, arrasando todo cuanto encontrara a su paso, hasta llegar, teóricamente, a China. Con esta posibilidad se juega durante toda la cinta, haciendo intervenir a los periodistas como paladines de la verdad, en un conflictivo encuentro con los responsables del programa atómico norteamericano.
James Bridges, el realizador de este film eminentemente de producción, más que de dirección, condujo con habilidad la cinta en cuestión, aunque quizá estirara un tanto la historia. De todas formas, y aunque el ritmo resulta un tanto irregular, su dirección la podemos calificar de correcta, pues ha sabido conjugar bien los diversos elementos sobre los que se basa el film.
En otros aspectos de la película, la fotografía de James Crabe nos ha parecido estimable, no así la música, sin embargo, que nos ha resultado más bien convencional. En el apartado interpretativo, muy bien Jack Lemmon, que compone un personaje difícil pero muy logrado, y bien a secas Jane Fonda y Michael Douglas, que además de avispado productor aquí interviene también como actor.
El síndrome de China participó en el Festival de Cine de Cannes de 1979, representando a su país y obteniendo el Premio a la Mejor Interpretación Masculina para Jack Lemmon, premio que consideramos totalmente merecido. Estuvo también nominada en los Oscars y los Globos de Oro, aunque finalmente no consiguió ninguno de los premios a la que era candidata.
(31-10-2022)
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