El último tren de Gun Hill

John Sturges fue un director en su momento poco reconocido por la crítica, que le debe una reivindicación, pero sí muy popular entre el público de masas, con títulos como Conspiración de silencio, Duelo de titanes y sobre todo, Los siete magníficos y La gran evasión, dos auténticos hitos del cine de aventuras, que no han perdido un ápice de su fuerza, y que fueron, y son, dos ejemplos en su género.

Otro de sus mejores títulos fue El último tren de Gun Hill, aunque es cierto que no gozó del predicamento popular de los dos últimos filmes citados; es, sin embargo, una formidable película de aventuras en el convulso marco del Oeste americano, además con implicaciones antirracistas: la mujer india de un sheriff es asesinada por el hijo de un viejo amigo, ahora poderoso propietario. El sheriff captura al hijo y se encierra en un hotel, a la espera de poder tomar ese último tren a que alude el título.

Dotada de un poderoso ritmo “in crescendo”, la película de John Sturges es modélica en cuanto a lo que debe ser un filme de acción que, sin embargo, no renuncia a contar cosas trascendentales: el amor, el dolor por la muerte de la mujer amada, la represión del deseo de venganza taliónica, el resplandor de la justicia… casi nada. Extraordinarios, como siempre (¿cuándo no lo han estado estos dos actores?) Kirk Douglas y Anthony Quinn como los viejos amigos ahora enfrentados.