CRITICALIA CLÁSICOS
Esta película está disponible en los catálogos de Apple TV y Amazon Prime Video.
Hacer una presentación de John Sturges equivaldría, en gran manera, a hacer la de otros muchos directores de la época clásica de Hollywood. Es el típico caso de un hombre dedicado profesionalmente a la cinematografía; su labor como realizador queda respaldada por una experiencia y eficacia que se refleja en la confianza que los productores, veladores primordiales de unos intereses económicos, depositan en él. Consecuencia inmediata de esta confianza es el disponer de una industria, unos medios, unos actores cotizados; consecuencia también, y ésta es negativa, es el control que el productor ejercerá en el film a realizar, con la consiguiente limitación expresiva del director.
Esta faceta de profesional del cine que se da en un Gordon Douglas, un Richard Fleischer o un John Sturges, no niega en ningún momento su capacidad de artista e incluso de autor, capacidad que advertiremos veladamente en sus obras, o que en un momento dado aflorará totalmente por unas circunstancias más propicias a ello.
Obras de John Sturges, modélicas en cuanto a lo dicho anteriormente, son Duelo de titanes, El último tren de Gun Hill, Los siete magníficos o La gran evasión. Todos ellos son films interesantes, sólidos, bien hechos, que revelan a un director digno de tenerse en cuenta.
Pero hoy día puede considerarse Conspiración de silencio como su más inteligente e intencionada obra, en la que brilla un impresionante reparto capitaneado por un excelente Spencer Tracy. En ella se narra la llegada de un hombre a un pueblo para esclarecer la verdad sobre un crimen de tintes racistas, y la oposición organizada que encontrará en su labor. Se ha querido ver en el film una parábola en contra del macartismo, la persecución arbitraria e injusta que un senador americano llevó a cabo en una gran parte de la intelectualidad del país.
Al margen de las interpretaciones, Conspiración de silencio queda como un film personal, lleno de clasicismo, de enfoque progresista, que se beneficia en el aspecto formal de la fluidez narrativa, sobriedad y pulso, además de una inteligente utilización de los espacios en la gran pantalla, cualidades que John Sturges sabía dar siempre en los grandes títulos de su interesante carrera.
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