Un paisaje idílico en la costa de Maine, un matrimonio maduro, de pensamiento liberal, acomodado; un hijo apenas veinteañero enrollado con una divorciada con hijos y un marrajo por ex marido. Con esos mimbres hace Todd Field (hasta ahora poco conocido actor; le hemos visto en La guarida y Eyes wide shut, entre otras) un más que entonado melodrama, una obra casi de cámara con pocos actores, emoción contenida y buenas dosis de elipsis.
Entre éstas, algunas de la primera parte del metraje son deslumbrantes: la primera agresión al chico, sólo sugerida por el ruido del motor del bellaco al llegar; el asesinato del casi impúber novio, dado desarmantemente "en off", con lo que le gusta al cine industrial moderno regodearse en esas secuencias; la bellísima y tan difícil escena de la comunicación de esa muerte, con el padre al fondo, expectante en su amargura, desarbolado por la pesada carga que porta a sus espaldas, y la madre, aún desprevenida, ensayando hermosos cantos de una tierra extraña... Auténticas gemas de purísimo cine que, sin embargo, no vuelven a alcanzar ese mismo nivel.
Y no es que el resto no tenga una altura interesante: "En la habitación" es un drama equilibrado y sincero, a pesar de que al final los padres hagan que la justicia natural llegue donde no lo hace la limitada ley humana; pero no estamos ante una obra implicada en el maniqueísmo de la ley del Talión, sino ante una matizadísima última salida para una pareja que lo ha perdido todo: ni siquiera la postrera satisfacción de que las fauces de la bestia no volverán a morder podrá traerles ya la paz.
Obra dura pero de una contención sentimental ejemplar, es cierto que tiene algunos altibajos que desdicen ligeramente un filme por lo demás notable, que anuncia que el actor Todd Field haría bien en dejar de colocarse delante de las cámaras para situarse, definitivamente, detrás.
135'