Bill Paxton es un actor generalmente encasillado en papeles secundarios, aunque también ha hecho protagonistas (recuérdese, por ejemplo, su científico pirado por los tornados de "Twister"). Como otros intérpretes, ha debutado como director con este "Escalofrío", película entreverada de intriga y terror, en su variante de asesinos en serie, en este caso de la vidriosa sección de iluminados y/o visionarios.
Lo cierto es que el filme funciona bastante bien durante la primera hora, mientras un joven cuenta a un agente del FBI que su hermano es el asesino conocido como "la mano de Dios", y narra al policía su infancia para explicar las razones de ello. En esa fase hay apreciables dosis de miedo, con la visión de un preadolescente que asiste incrédulo a los asesinatos de su padre cuando éste dice haber sido visitado por un ángel con espada flamígera, quien le indica que su misión en la vida es matar demonios. Pero, superada esa apreciable primera parte, después parece que Paxton tomara la misma perspectiva de su loco protagonista y asumiera la existencia de esos supuestos diablos con aspecto humano. No parece que sea esa la forma de apaciguar a los visionarios que, en USA o en cualquier lugar del mundo, se creen llamados a hacer salchichas de sus semejantes. Aparte de ello, incluso cinematográficamente hablando esa última parte deja mucho que desear, con el típico giro argumental cogido por los pelos para justificar el tópico sangriento desenlace. Es cierto que la habitual cara de palo del siempre inaguantable Matthew McConaughey le viene bien a su personaje de chalado, pero el conjunto no termina de levantar el vuelo, en otro filme con iluminado salvador que le sienta como a un santo dos pistolas.
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