Lance Sterling es el mejor espía del mundo, un agente elegante, encantador, con nervios de acero, que siempre actúa en solitario y está muy engreído de sí mismo, mientras que el joven científico Walter Beckett es un humilde investigador, siempre metido en su laboratorio, al que nadie le echa cuenta y que al menor error es despedido de su lugar de trabajo en la agencia de espionaje, que contribuye con sus gadgets al éxito de Lance.
Ambos son como dos polos opuestos. Lance es dinámico, afable y caballeroso. Walter no es así pero lo compensa con su ingenio. No obstante lo que le falta a Walter de habilidades en las relaciones sociales, lo compensa con su saber e inventiva, creando artefactos que no hacen daño y con frecuencia se acuerda de su madre que murió en una misión. Walter crea increíbles artilugios que Lance utiliza en las épicas y peligrosas actuaciones que suele llevar a cabo con gran frecuencia y por lo que es admirado por los compañeros.
Pero cuando los inventos dan un giro inesperado, Walter y Lance de repente tienen que confiar el uno en el otro de una manera completamente nueva. Y esta extraña pareja, tan diferentes entre sí, tiene que aprender a trabajar en equipo o todo el mundo estará en peligro, ya que alguien, con malvadas intenciones, como Killian, conocido como Robohand, ha conseguido hacer un doble de la figura de Lance, además le ha dotado de poderes especiales y actúa apoyado por unos drones que le ayudan a conseguir su objetivo, que no es otro que la lista de los agentes secretos del departamento de asuntos internos de la agencia para liquidarlos a todos, algo que tendrán que impedir, unidos, Lance y Walter, usando los gadgets que éste suele crear, junto a la valentía del agente secreto. Por otra parte alguien ha acusado a Lance de un robo que no ha cometido, y es perseguido por Asuntos internos para apresarlo.
El guion está inspirado en el corto Pigeon impossible (2009), de Lucas Martell, que está lleno de sorprendentes giros y mucha acción ambientada en el mundo frenético del espionaje internacional de altos vuelos, nunca mejor dicho, que recuerda en momentos de su trama a los films del famoso agente secreto británico 007 con licencia para matar, James Bond, en este caso con el rostro de Will Smith, que es quien le pone la voz en el doblaje original. Además hay otras figuras de los personajes que recuerdan a actores que han hecho algunos de los papeles últimamente en la serie de 007, como es el caso de la directora de la agencia, por ejemplo.
Tiene un argumento muy ingenioso e imaginativo, que nada tiene que envidiar a los de la citada serie de espionaje, con una acción imparable, pero al mismo tiempo dotado de una gran comicidad que hace reír con bastante frecuencia a la grey infantil. Tiene un dibujo muy dinámico, de líneas estilizadas que ayudan al desarrollo de la trama y a la fantasía que se desliza en el argumento de la cinta.
Del contenido de esta historia se pueden sacar algunas enseñanzas, como no infravalorar a los demás, el valor del compañerismo y la amistad, luchar por aquello en lo que se cree, no despreciar a los que son diferentes aunque piensen de manera distinta, la valoración de lo que cada uno tiene asignado en su labor, la colaboración en el trabajo en equipo y el evitar la violencia cuando sea posible.
Está realizada con una puesta en imágenes muy ágil que no da pie al aburrimiento, con giros inteligentes, que hacen que sea muy entretenida. Tanto Troy Quane como Nick Bruno, ambos procedentes de la animación y de forma conjunta, debutan en la dirección y a decir verdad no lo hacen nada mal para ser su ópera prima.
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