En los años setenta El exorcista (1973), adaptación al cine de la novela homónima de William Peter Blatty, supuso un auténtico acontecimiento dentro del género del terror, pero también en general del cine: aunque por supuesto se habían hecho con anterioridad otras cintas sobre posesiones demoníacas, es este film dirigido por William J. Friedkin el que marcó la pauta para todo el cine que con posterioridad se ha hecho sobre el tema, hasta el punto de convertirse en una película recurrente, mil veces imitada y también mil veces parodiada, hecho tras el que ya es evidente que una obra artística ha sido asumida absolutamente por la sociedad de su tiempo.
Con tan gran éxito popular y comercial (El exorcista, que había contado con un presupuesto de 11 millones de dólares, recaudó en todo el mundo la bonita cifra de más de 440 millones), estaba cantado que habría continuaciones; la primera de varias sería esta Exorcista II: El hereje (1977), e incluso habría una, la tercera, titulada El exorcista III (1990), que dirigiría el propio autor de la novela, William Peter Blatty.
Quizá John Boorman no era la persona adecuada para dirigir este film: el británico Boorman se había hecho un nombre como cineasta de poderosa narrativa en historias generalmente muy masculinas, muy broncas: sus mejores películas anteriores habían sido A quemarropa (1967), Infierno en el Pacífico (1968), Deliverance (Defensa) (1972) y Zardoz (1974), todas ellas con un esquema muy impactante, incluso ideológicamente muy definidas en posiciones muy conservadoras; posteriormente haría otro par de títulos de interés, la artúrica Excalibur (1981) y la protoecologista La selva esmeralda (1985). Sin embargo, no parece que Boorman estuviera dotado para el cine de terror.
Además, esta segunda entrega se desmarca claramente de la primera, buscando su autonomía, su propia voz, en la profundización de algunos de los aspectos más desasosegantes de la novela original. Así, el padre Lamont, el nuevo cura encargado de exorcizar a la ya adolescente Regan, será un hombre atormentado por pasadas culpas que se habrá de enfrentar, antes que al Maligno, a su propia falta de fe.
La película fue fustigada sin piedad en su momento; probablemente el tiempo ha debido salvaguardar lo bueno que en ella había, siendo por tanto una película a rescatar e incluso a redescubrir. A ello no debe ser ajeno el magnífico elenco interpretativo con el que contó Boorman, con un Richard Burton muy adecuado al papel, y no digamos los estupendos Louise Fletcher (la famosa enfermera de Alguien voló sobre el nido del cuco) y Max Von Sydow. Además, la inquietante música la puso Ennio Morricone, en una de sus primeras colaboraciones con el cine de Hollywood, y la fotografía corrió a cargo del maestro William A. Fraker.
(28-04-2021)
117'