Los deportistas, si no son figuras de élite, tienen sus minutos, días, años de gloria, pero la mayoría de ellos quedan finalmente olvidados. Eso lo hemos visto en muchas producciones deportivas y en el caso que nos presenta ésta así ocurre con Mark Schultz. Inspirada en un hecho real sucedido a uno de los hombres más ricos del mundo y dos medallistas olímpicos, va de que todos tenemos un precio, que el dinero lo compra todo, cómo la riqueza mueve a la soberbia e incita a la prepotencia y a la decadencia moral, lo que da lugar a una de las historias más extrañas que haya ocurrido en el mundo del deporte americano.
El tercer largometraje de ficción del director de Capote (2005), Bennett Miller, nos cuenta la crónica del crecimiento de un monstruo, John du Pont, multimillonario que trata de lograr el respeto y la fama a base de dinero, cuando en realidad es un mediocre ante los ojos de su madre y lo quiere ocultar así. Los hermanos Mark y David Schultz, campeones olímpicos de lucha libre, son invitados a la lujosa finca que el magnate de la industria química tiene en Delaware (Pensilvania) para entrenar juntos en el centro Foxcatcher de Du Pont y montar el equipo de lucha norteamericano para los Juegos de Seúl de 1988. Esto suponía una oportunidad para Mark de superar a su exitoso hermano Dave, al que hasta entonces había estado a su sombra, al ser huérfano desde los dos años y haber ejercido de padre.
La realidad fue muy distinta, ya que el excéntrico millonario lo que quería era vengarse de su madre, que se dedicaba a los caballos de carrera, mientras que a él no le gustaba la hípica. Había intentado antes destacar como ornitólogo, filatelista, filántropo y no logró la fama que pretendía. Du pont engañó a Mark con su amistad, que sustituyó por la humillación y la enemistad y finalmente acabó mal. La impostura entre los protagonista es desatinada, logrando crear inquietud y desconcierto. Es una crónica de amor fraternal y de la decadencia humana debida al dinero de un ser engendro de moral deforme.
Bennett Miller, como ya ocurrió con sus anteriores títulos, construye este drama basado en hechos reales, con partes inventadas, en torno a personas de caracteres complejos en circunstancias extrañas, y así el director de Moneyball (2011) hace un retrato de la sociedad y lo que somos a través del deporte, con un Steve Carell en un personaje muy distante del cómico que siempre hace, dando la sensación de un hombre atormentado, acomplejado y posesivo, lo que demuestra que un buen director puede modular al actor y obtener de él registros que nunca mostró antes, con un Mark Ruffalo casi desconocido que está estupendo. Ambos están nominados al Oscar y Vanessa Redgrave está fantástica en su corto papel. Channing Tatum está casi mejor que los dos nominados en un personaje un tanto apocado.
A lo largo de la trama se insinúan muchas cosas, por lo que se dice y por lo que no se dice, como que esta historia es una patada al sueño americano ya que el dinero lo compra todo, pero no siempre de ello sale el éxito. Resulta muy interesante la relación entre los dos hermanos y del millonario con su madre, aunque ésta no esté muy desarrollada.
Miller es un director que destaca por su trayectoria, con una buena estética, en los combates de los luchadores, de los que no abusa para no aburrir con este deporte.
Un film con densidad humana y complejidad dramática, que empieza siendo cine sobre deporte y termina como un drama turbio, que da un regate al espectador en los metros finales que sospecha que irá por otro camino respecto a la madre, y sin embargo da un giro radical que a nuestro entender no está muy explicado, tan sólo por una relación de celos, traición y venganza, con un estudio de caracteres retorcidos que se van degradando hasta un final de consecuencias imprevisibles.
Nominada a 5 Oscar: director, Steve Carell, Mark Ruffalo, guion, maquillaje. Nominada a 3 Globos de Oro: drama, Steve Carell, Mark Ruffalo. Nominada a dos Bafta: Steve Carell, Mark Ruffalo. Premio mejor director en el Festival de Cine de Cannes.
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