Pelicula:

Esta película está disponible en el catálogo de Filmin, Plataforma de Vídeo bajo Demanda (VoD).

El surcoreano Hong Sang-soo, a la chita callando, se ha hecho un hueco en el cine de corte intelectual que gusta en círculos minoritarios occidentales. Desde principios de la década de los años diez de este siglo XXI el cine de Hong nos llega con regularidad, lo que ha hecho que su cine anterior, el de la primera década de esta centuria, se haya editado en DVD, pudiendo hacernos una idea cabal de buena parte de su obra. Tiene la ventaja Hong de que su cine es un cine mínimo, con un coste que podríamos llamar ridículo: el presupuesto medio de sus producciones está en torno a los 100.000 dólares, importe que en Estados Unidos, pero también en España, no da ni para pipas en un proyecto de distribución internacional, como es el caso. Pero es evidente que si fueran proyectos baratos pero que no interesaran a nadie, no se seguirían viendo. Y se siguen viendo...

La acción se desarrolla en Seúl, la capital surcoreana, en un barrio cualquiera, iniciándose en una cafetería que tiene como peculiaridad el hecho de que su música ambiental lo constituyen siempre temas clásicos. En ese entorno conocemos a una serie de personas que están allí o se han citado allí para tomar alguna bebida y charlar. Así, conoceremos a una pareja joven; ella le dice al chico que se va a marchar a Europa, pero de repente le echa en cara ser el culpable de la muerte de otra muchacha; en otra mesa vemos a una pareja de mayor edad que son viejos conocidos; el varón, de profesión actor pero en horas bajas, tras comunicarle a su interlocutora que ha intentado suicidarse, le pide que lo acoja en su casa, porque no tiene donde ir...

El cine de Hong es un cine evanescente, hecho a base de diálogos que se inician banales pero pueden ir subiendo de tono y entrando en temas más peliagudos. En este film en concreto es llamativa la presencia de la culpa y del suicidio; ambos temas son citados repetidamente por varias de las parejas y personajes que aparecen, en algunos casos suicidios en carne propia, en otros casos perpetrados por terceras personas, pero cuya responsabilidad se hace recaer en el antagonista de esas conversaciones cafeteras. Otros temas serán el compromiso matrimonial, la hospitalidad (o su denegación), el ligue pasajero, la bebida alcohólica y sus efectos. Todo ello siempre a base de diálogos de los personajes, diálogos que saben a ciertos; tanto es así que Hong generalmente no trabaja con diálogos cerrados, sino sobre ideas que los actores y actrices desarrollan a su manera, con sus propias palabras, confiriéndoles ello una desusada sensación de veracidad, de naturalidad.

Aunque si hay una cuestión fundamental en el film, no es una cuestión temática sino narrativa, de indagación, de experimentación. En una esquina del café una chica escribe en su ordenador portátil de marca Apple. Esta chica, a la que llamaremos Apple (ya que en ningún momento sabemos cuál es su nombre) parece ser la que escribe los diálogos que estamos viendo y escuchando. ¿O quizá lo que hace es transcribir lo que oye? ¿Y si hace ambas cosas, transcribe y reescribe para que hablen y digan lo que ella quiera? Interesante experimento formal, como decimos, muy propio de ese cine evanescente y exploratorio de Hong. Claro que este tipo de cine es tan etéreo que puede darse el caso (es el caso...) de que el resultado sea un tanto insatisfactorio, bien porque las banalidades que se ponen en boca de los actores sean demasiadas, bien porque el ritmo narrativo, a pesar de la escasa duración del film (poco más de una hora) sea más bien premioso, a ratos incluso pesado, a pesar de que el cinéfilo se puede extasiar, y se extasía, con el peculiar estilo hongsiano, con esos largos planos secuencia en los que sus personajes hablan y hablan, mientras el director encuadra ora a uno, ora a otro, a veces a ambos, asistiendo a ocasionales momentos de explosiva furia, o a estrategias defensivas, o a culpabilizaciones de personajes que no conocemos ni conoceremos (ni falta que hace, desde luego...).

Cine, entonces, difícil, pero en este caso también, a nuestro parecer, sin cuadrar bien sus elementos para que la obra tenga la entidad de otras pelis mayores hongsianas, como Ahora sí, antes no (2015), En la playa sola de noche (2017) y, sobre todo, la admirable, desolada El hotel a orillas del río (2018), el film de Hong, sin ser despreciable (sus propuestas nunca lo son, o nunca nos lo parecen al menos), es cierto que baja un peldaño en el interés exploratorio que generalmente nos ofrece, en una pequeña pieza de cámara a la que, ¡ay!, le falta algo para ser redonda.

Su ambientación es absolutamente espartana: un humilde café cualquiera de Seúl, un pequeño restaurante, una casa de clase media, un par de calles de la ciudad, de lo que parece el casco antiguo de la ciudad. Los actores son un puñado de habituales de su cine, encabezados por su musa Kim Min-hee, aquí la chica Apple, narradora omnisciente, creadora de las historias que se nos cuentan, o quizá solo transcriptora de ellas, o las dos cosas... Estamos entonces ante una obra minimalista, una radiografía humana y urbana, en una película en la que, como casi siempre en el cine de Hong, no pasa nada, o no parece pasar nada.

(11-01-2021)


Dirigida por

Género

Nacionalidad

Duración

66'

Año de producción

Trailer

Grass - by , Jan 11, 2021
2 / 5 stars
Pequeña pieza de cámara