Rodado en las llanuras semidesérticas de Almería y en los poblados construidos allí al efecto, este “Gringo” está dirigido por Ricardo Blasco, un valenciano que se inició en el cine como lector de guiones de la productora emblemática del franquismo, Cifesa, trabajando después en TVE, y realizando cine desde 1953, con una carrera no muy larga en títulos, pero muy corta en interés.
Cuenta la película la historia de un norteamericano recriado en el seno de una familia mexicana. Cierto día, cuando regresa de una correría con una guerrilla revolucionaria, encuentra a su padre adoptivo asesinado por una pandilla de pistoleros, y a su hermano también herido. Gringo dedicará entonces toda su energía a encontrar a los criminales. Todo esto lo cuenta Blasco sin relieve, torpemente, cansinamente, con las habituales esperpénticas exageraciones que el subgénero introdujo en un género tan noble como el “western”.
Este fue el sexto largometraje de Ricardo Blasco, tan malo como los cinco anteriores, y como el séptimo y octavo (y afortunadamente último…). No pudieron salvarlo tampoco los actores, todos de tercera fila; la aportación española, en cuanto a los principales personajes, se limitó a dos caras femeninas, la cantante Mikaela, ahora en paradero desconocido y la bailaora Sara Lezana. También cabe reseñar la aparición de un actor, Giacomo Rossi-Stuart, padre del notable actor y director italiano Kim Rossi-Stuart.
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