Los lectores españoles que peinan canas recordarán aquel anuncio televisivo de los años sesenta, de cierto producto alimenticio, que hizo popular la frase "¡concentrado estoy!". Eso mismo lo podría decir esta versión condensada del Hamlet de Kenneth Branagh.
No deja de ser paradójico, por no decir sarcástico, que la primera versión cinematográfica íntegra del texto clásico por excelencia, cuya peculiaridad es, precisamente, esa integridad, se vea en casi toda España (salvo las privilegiadas Madrid y Barcelona) en esta versión reducida que dura casi la mitad del original.
Pero menos da una piedra. Después de las muy escasas recaudaciones USA, habrá que darse con un canto en los dientes por ver este concentrado hamletiano, un gran espectáculo visual, como ya hiciera Branagh con sus otras adaptaciones de Shakespeare. Vistosa, vibrante, briosa, es ésta una versión difícilmente olvidable por tantos motivos: el variado y notabilísimo elenco de actores, la cuidadísima ambientación, el cambio de escenario (del frío medievo al preciosismo romántico del XIX), todo ello como hermosa envoltura del drama de siempre, de los eternos temas de la duda, la traición, el poder... el ser humano, en suma.
(23-08-2004)
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