Pelicula:

Esta película se ha podido ver en la Selección EFA del 16º Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF’2019).

Radu Jude es un guionista y director rumano (Bucarest, 1977) que se graduó en Dirección Cinematográfica en la universidad de su ciudad natal. Ha trabajado como ayudante de dirección de gente tan buena como Costa-Gavras, en Amén (2002) y Cristi Puiu, el director de La muerte del señor Lazarescu (2005), que se puede considerar el pistoletazo de salida del llamado Nuevo Cine Rumano, que desde los primeros años de este siglo está siendo uno de los más estimulantes movimientos fílmicos europeos.

Jude tiene tras de sí una ya interesante carrera, fundamentalmente de cortometrajes y documentales, pero también de largos de ficción, como este que comentamos de título kilométrico, y que podría traducirse más o menos como “Me es indiferente que pasemos a la Historia como bárbaros”, film en el que, parece evidente, también ha tenido su importancia el bagaje documental del director.

La acción se desarrolla en nuestros días, en Bucarest, la capital de Rumanía: bajo los auspicios económicos del Ayuntamiento de la ciudad, se prepara un espectáculo multimedia que se realizará en una de las plazas principales de la localidad, para reconstruir, con actores, figurantes, atuendos y vehículos de la época, y atrezzo “ad hoc”, uno de los pasajes más oscuros de la Historia del siglo XX en Rumanía, en 1941, cuando el mariscal Ion Antonescu, a la sazón Conducator del país, a la manera del Führer en Alemania o del Duce en Italia, de los que fue aliado, y que gobernó dictatorialmente hasta 1944, ordenó la matanza indiscriminada de judíos en el Este del país, masacre que superó de largo las 300.000 víctimas, constituyéndose en el segundo estado, tras la propia Alemania nazi, que más hebreos asesinó. Esa “performance”, que requiere numerosos actores y figurantes, está dirigida por el ficticio personaje de Mariana Marin, que se encarga de los ensayos mientras que el concejal de cultura la visita para poner reparos a lo que se va a contar, en tanto en cuanto la versión de Mariana, ajustada a lo relatado por la gran mayoría de historiadores, denuncia la responsabilidad colectiva de la sociedad rumana de la época en ese genocidio, lo que ahora se pretende ocultar, como si el ejército y los civiles del momento no hubieran participado activamente en semejante linchamiento colectivo...

El film de Jade, cuyo título apocoparemos como I do not..., para abreviar, presenta a un cineasta con ideas claras y con capacidad para el movimiento de masas, con largos planos secuencia en los que se mueven muchos individuos, realizados con precisión de relojero; por supuesto, es una cuestión formal que, sin embargo, no resulta retórica sino que coadyuva a la narración de la película, haciéndola más fluida y amena, a pesar de que (y ese es uno de sus hándicaps) con cierta frecuencia las escenas se alargan más de lo debido, sobre todo cuando la directora escénica protagonista se enzarza con el concejal en largas digresiones sobre la verdad y la mentira en los sucesos del Holocausto judío perpetrado por los rumanos, digresiones que ciertamente son de interés, sobre todo para los foráneos, para hacernos una idea de lo que sucedió en aquel tiempo en el este del país, pero que a veces rozan la pesadez. Tampoco ayuda, en ese sentido, la inclusión de escenas de la vida cotidiana del personaje protagonista, como el plano secuencia en el que lee a su amado, por Skype, enterito, sin saltarse ni un verso, un poema de cinco o seis páginas, muy hermoso, sin duda, pero siendo totalmente anticinematográfico y manifiestamente prescindible en el contexto de lo que se narra.

Demasiado larga, entonces, aunque toda la parte final es vibrante e intensa, con la “performance” de la reconstrucción histórica, I do not... termina siendo una obra interesante, no redonda pero suficientemente estimulante como para esperar otras posteriores de su director, que promete mucho a la vista de esta apreciable carta de presentación, una película comprometida que, además de ser una sólida denuncia de los aberrantes (y poco conocidos, al menos en Occidente) hechos por los que Antonescu y sus secuaces tienen un lugar privilegiado en el infierno, pone de manifiesto temas tan interesantes como la ocultación de la Historia en beneficio de los sentimientos patrioteros que refuerzan al gobierno de turno, o la tensión, seguramente inevitable, entre Poder y Arte cuando ambos colisionan en los intereses que cada uno de ellos defiende: el Poder, por supuesto, perpetuarse en el gobierno; el Arte, también por supuesto, en ser un Pepito Grillo que recuerde a la sociedad a la que pertenece la abyecta barbarie cometida para que “nunca más” (como repite, sarcásticamente, el concejal) vuelva a repetirse.

Gran trabajo de la protagonista, Ioana Iacob, una actriz de todavía corta carrera pero a la que auguramos un brillante porvenir: aquí está segura, profesional, vulnerable cuando hace falta, plena de matices; siempre es su personaje, a pesar de que el director, en un rapto de metalenguaje, la hace presentarse al principio del film con su propio nombre de actriz, informando que ella interpretará el rol de Mariana Marin, la directora de escena (no la poetisa, como repite cada vez que lo dice...).

(11-11-2019)


Dirigida por

Género

Duración

140'

Año de producción

Trailer

I do not care if we go down in history as barbarians - by , Nov 11, 2019
3 / 5 stars
Denunciar el genocidio