Un mérito evidente de este filme español es precisamente tener pinta de producción foránea, en unos escenarios que recrean nada menos que la expedición militar de España en la guerra de Irak, antes de ser retiradas las tropas por el entonces recién estrenado presidente Zapatero. Tan dados como somos al ombliguismo (a veces por pura cuestión presupuestaria, es cierto), la verdad es que da gusto ver cómo nuestros productores se lanzan a hacer filmes que transcurren en otras latitudes y en unos contextos bélicos habitualmente reservados para yanquis y británicos. Por cierto que ambas nacionalidades han realizado ya varias aportaciones al lacerante tema de la guerra de Irak, así que no está de más que nosotros, que algo tuvimos que ver en aquella barbaridad, también pongamos nuestro granito de arena para hablar de lo que nunca debió ser.
Basada en la novela homónima de Fernando Marías, Invasor no cuenta una historia verídica, aunque podría serlo, a la vista de los testimonios que otras de las nacionalidades que se embarcaron en aquella infausta conflagración han reflejado en pantalla, en esos casos con base verídica. Estamos entonces ante un thriller en el que oscuras fuerzas del gobierno (¿el CNI, quizá, o como quiera que se llame ahora el servicio secreto de España?) intentan ocultar una masacre que supuestamente tuvo lugar mientras dos médicos militares de nuestro ejército se encontraban en una peligrosa situación en tierras iraquíes. La pérdida transitoria de la memoria de uno de ellos es el recurso (bastante manido, es cierto) utilizado por los guionistas para permitir al protagonista la recomposición de la verdad.
Pero con demasiada frecuencia los personajes no son sino estereotipos, sin verdadera carne. Eso le pasa, por ejemplo, al rol que interpreta Antonio de la Torre, un estupendo actor al que, sin embargo, aquí dejan colgando de la brocha, sin ningún asidero al que agarrarse. Alberto Ammann quizá sea demasiado blandito para el papel, aunque ya le viéramos en un personaje más o menos bragado en Celda 211. En cuanto a Karra Elejalde, vuelve a hacer de villano, como ya es costumbre en él; lo malo es que este hombre haciendo de malo transmite una comicidad involuntaria, no sé si su por su voz algo aflautada o por sus gestos generalmente excesivos: el caso es que no nos creemos demasiado que sea la mala bestia que supuestamente es.
Invasor, en su conjunto, es una obra solvente, con un Daniel Calparsoro que se ha convertido desde hace ya tiempo en el cineasta español especializado en testosterona (en su variante con contenido, no vayan a creer que hablamos de Chuck Norris ni Van Damme…), perito en filmes de acción pasados de vueltas en cuanto a violencia, que aquí filma algunas secuencias de ese corte que se pueden calificar con un notable alto, como todas las que tienen lugar en la casa iraquí donde los protagonistas se refugiarán y donde tendrán lugar los terribles hechos que los marcarán de por vida. Lástima que el resto no esté a esa misma altura.
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