Esta película forma parte de la Sección Oficial del ATLÁNTIDA MALLORCA FILM FEST’2023. Disponible en Filmin por tiempo limitado.
Los históricos momentos en los que un país cambia de régimen político suelen dar buenos dividendos en términos de explosión artística en todos los órdenes, sobre todo si ese cambio es de represión y dictadura a democracia y libertad. Baste recordar casos como el de la Italia postmussoliniana, con films como Roma, città aperta, o la efervescente Polonia del sindicato Solidaridad y la pugna de toda una sociedad contra el régimen comunista, con películas como Sin anestesia o El hombre de mármol, y no digamos la España de la Transición del franquismo a la democracia, en la que (aparte del sarampión del destape, seguramente inevitable), se pusieron las bases para un cine español que hizo de la libertad su seña de identidad.
El cine también puede evocar esos momentos, en retrospectiva, y eso es lo que hace el cineasta letón Viesturs Kairiss con esta January (“enero”, como sabe el anglohablante, aunque sea con inglés “de instituto”…), que presenta en este film una mirada nostálgica, se adivina que cripto o semiautobiográfica, sobre aquel enero de 1991, cuando ya había caído el Muro de Berlín pero en Moscú aún se mantenía la ficción de que la URSS persistiría, aunque fuera con una economía postcomunista, de la mano de un entonces ya debilitado Mikhail Gorbachov. En aquel comienzo de año las tres repúblicas bálticas, Estonia, Letonia y Lituania, culminarían sus procesos de rebeldía populares (más o menos incentivados por sus líderes, por supuesto…) para emanciparse de la URSS, para volver a ser las repúblicas independientes que fueron hasta 1940, cuando la Unión Soviética ocupó el país, al amparo del pacto Molotov-Ribentropp, para pasar a manos de los nazis tras la ruptura de aquel más bien abominable acuerdo, y de nuevo ser gobernada por la URSS a partir de 1944, que incluso anuló el país (como también las vecinas y hermanas Estonia y Lituania) para convertirlo en una más de las repúblicas soviéticas.
La tensión en las llamadas repúblicas bálticas por recuperar su independencia se mantuvo, de forma sorda y clandestina, durante las cinco décadas largas que duró el dominio comunista, para, entre 1987 y 1991, elevar el tono, hacerse masiva y conseguir, mediante la conocida como “revolución cantada”, la independencia a través de un referéndum en marzo de ese último año. Esta película cuenta la historia de Jazis, un aspirante a cineasta (trasunto del propio director de la película, Kairiss), un joven veinteañero en el marco de los convulsos tiempos en los que la presión popular por la independencia y la libertad chocaban con la resistencia del todavía poderoso Ejército Rojo. En ese contexto, conoceremos a este chico, a su familia, con padre perteneciente al PCUS por estrictos motivos de interés personal, madre anticomunista y, sobre todo, a la chica que se convertirá en su novia, perteneciente a su mismo gremio, los incipientes cineastas letones, de la que se enamora pero cuyo ascenso al nivel profesional será visto por él con una mezcla de celos amorosos y laborales; simultáneamente, el chico es buscado por el ejército para su reclutamiento forzoso, ante lo que el futuro cineasta presentará distintas actitudes a lo largo del film, dependiendo de su estado de ánimo (o más bien de desánimo...).
El director, Viesturs Kairiss (Riga, 1971) es, además de cineasta, director de teatro y de ópera, gozando de prestigio en ambas disciplinas en su país y en Alemania. Graduado en 1997 en la Academia de Cultura de Letonia, no es difícil reconocer un cierto autorretrato en este January que intenta evocar aquel tiempo efervescente en el que todo parecía posible, aunque también todo era caótico e improvisado.
Entendemos que este largometraje, que hace el noveno en la carrera de Kairiss (aparte de varios cortos y alguna serie de televisión), es una mirada nostálgica hacia un tiempo ciertamente irrepetible, en una historia en la que el protagonista (trasunto del propio Kairiss, como hemos visto) vivirá una historia de amor y desamor en el paisaje convulso de un país en trance de desembarazarse de sus gobernantes extranjeros, en un film cuyo rótulo final lo dedica a los cineastas que arriesgaron la vida documentando aquellos históricos sucesos. Quizá el peso de la peripecia romántica sea excesivo, cuando parece que el film pedía más Historia con mayúsculas, más documentar de verdad (con imágenes de la época y reconstrucciones actuales) aquel proceloso momento, y menos historia amorosa (no especialmente original, por lo demás…), pero en cualquier caso es la decisión artística del cineasta, aunque nos parece equivocada.
El film está hecho de tal manera que hibrida las imágenes que filma el protagonista con otras de archivo, que realmente se grabaron entonces, buscando mimetizar unas con las otras, con un look premeditadamente vintage, de colores desvaídos, típicos de la época comunista, en la que todo parecía tan gris, o tan marrón, aunque ello se contrapone con una cierta alegría de vivir, en ese tiempo de resistencia donde todo parece posible, ensayando en algunas escenas el director incluso un tono que podríamos llamar “lesteriano”, buscando un aspecto juvenil, un tanto alocado, quizá su manera de hacer un cine pop al estilo del Richard Lester de los años sesenta.
Con un “aspect ratio” o formato de pantalla en torno al 4:3, casi cuadrada, Kairiss busca claramente darle ese tono vintage, como de documento de imagen antiguo, para que la sensación de evocación sea mayor, intentando reproducir ese momento mágico, ese tiempo intenso en el que la represión empieza a ceder, mientras la gente avanza incontenible hacia la ansiada libertad, y en la que los creadores tendrán, por supuesto, mucho que decir, en una celebración de la resistencia pacífica.
Con una parte final más desvaída, como la propia crisis existencial del chico, que no sabe muy bien qué es, ni que quiere, ni a quien quiere, nos parece justo reconocer, además de esa mirada nostálgica hacia un momento histórico de su tierra, algunas imágenes de una belleza no tanto estética como conceptual ciertamente llamativas, como la escena en la que los dos enamorados, en paños menores, van a bañarse a un mar que encuentran… helado, dos ateridas figuras casi desnudas con más frío que un perrito chico, asomadas con estupor a una enorme superficie helada donde normalmente campa a sus anchas el H2O en estado líquido…
Por supuesto, como buena película con aspirantes a cineastas, los directores internacionales mencionados son muchos y saludablemente eclécticos, desde Bergman a Jarmusch, desde Tarkosvski a Kubrick, y hasta Herzog, que aparece con la “boutade” de la gallina a la que supuestamente intentó hipnotizar, y que desempataría para los europeos…
Correcta interpretación de los desconocidos actores y actrices, incluyendo, por supuesto, al que encarna al protagonista, Karlis Arnolds Avots, en su debut ante una cámara, desafío en el que se puede decir que ha cumplido razonablemente.
(11-08-2023)
95'