Aunque en el cine varios conspicuos machos como Mastroianni o José Sazatornil "Saza" ya habían lucido barrigas de preñados, el hecho de que nada menos que el enorme Schwarzie, varias veces Míster Universo, con ese derroche de músculos y testosterona, aparezca con un barrigón como para llevarlo en carretilla, no deja de ser el punto final en la inversión de roles sexuales que el cine, con buen criterio, viene fomentando. El director Ivan Reitman va progresando, es cierto. La distancia que separa su inicial Los incorregibles albóndigas de este Junior es abismal, pero también es verdad que allí partía de menos que cero y aún le queda mucho por aprender. Por ejemplo, a centrarse mejor en sus historias y no divagar, como hace aquí con los personajes secundarios, o a perfilar mejor los guiones. Con todo, es una comedia que funciona relativamente bien y que evidencia hasta qué punto Schwarzenegger se ha tomado en serio lo de hacer reir en contra de su homólogo Stallone, que sólo sabe hacer llorar, por lo penco que es... Arnold no tiene reparos en aparecer aquí con todos los síntomas de las embarazadas, todos los rituales del estado grávido, hasta casi llegar a romper aguas, que hubiera sido el colmo. La química de Schwarzie y De Vito sigue funcionando, con independencia de que el producto no acabe de cuajar. Emma Thompson, por su parte, se comporta aquí de alguna forma como un hombre, siguiendo con la inversión de roles sexuales. Eso sí, como un hombre al estilo del inspector Clousseau: nunca se ha visto a nadie con más méritos para ser la hermana torpe del policía francés de La pantera rosa...
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