Esta película está disponible en el catálogo de Filmin, plataforma de Vídeo Bajo Demanda (VoD).
El thriller psicológico como género es deudor, desde Psicosis (1960), de aquella obra maestra de Hitchcock. De hecho, algunos films, como este Kaleidoscope, no ocultan su filiación o su intención de hollar esa misma senda. Claro que una cosa es predicar, y otra dar trigo, como dice el refrán español, y en el caso de Rupert Jones, guionista y director de todavía escasa carrera (algunos cortos y series televisivas, ninguna de ellas especialmente relevante, y un único largometraje antes de la película que comentamos, The answer to everything, que no ha visto nadie), no parece que los dioses hayan querido premiarlo con los mismos dones de aquel gordo genial.
Londres, en nuestros días, en un barrio de baja extracción social, de horribles edificios. En ese contexto vive Carl, un hombre de mediana edad del que vamos conociendo cosas: se cita por internet con una chica mucho más joven que él, Abby, una joven “cockney” que, como era de esperar, lo que busca es robarle o chantajearle, o ambas cosas, en connivencia con su marido; en el encuentro entre amoroso y sexual de Carl y Abby, algo sale mal, cuando por la mañana el hombre la encuentra muerta en el cuarto de baño; aparte de eso, Carl tiene una pésima relación con su madre, una octogenaria que, a pesar del desdén de su hijo, le visita y le incordia; pero las cosas quizá no sean exactamente así, ni con Abby ni con la madre...
Lo curioso del caso es que, a pesar de la filiación más o menos confesa con cierto cine hitchcockiano, sobre todo, y muy evidentemente, con Psicosis, lo cierto es que hay en Kaleidoscope mucho de otro cineasta que ha buceado (y sigue haciéndolo) en la psique del ser humano, aunque quizá en una onda distinta a la del llamado Mago del Suspense. Hablamos, claro está, de Roman Polanski, del que no es difícil rastrear en el film de Jones huellas de su cine, siendo quizá Repulsión una de las referencias más evidentes y, aún más, El quimérico inquilino.
Pero, claro, no es solo cuestión de trufar homenajes, de cruzar personajes hitchcockianos y polanskianos, de contar (otra vez, y peor) las neuras y patologías de roles con complejo de Edipo o de Electra; todo eso hay que hacerlo con coherencia, la que le falta a Kaleidoscope, y con tensión narrativa, cualidad de la que, a la vista del film, carece Rupert Jones. Hay algunos elementos de interés, pero casi todos quedan opacados por una puesta en escena roma e impersonal, chata y amorfa. Decepciona entonces un film que parecía prometer mucho pero que, como el parto de los montes, solo produjo un ratoncillo.
Eso sí, el protagonista, el siempre grande (aunque sea de cuerpo enjuto, como sabemos) Toby Jones está sensacional, confiriendo carne y sangre a un personaje que, sin él, sería de cartón piedra; Toby, por cierto, es hermano del director, Rupert, así que habrá de considerarse que el talento, en esta familia, lo acaparó todo el primero de ellos, sin dejar nada para el segundo. Mejor todavía que Toby está la actriz que interpreta a su madre, Anne Reid, una octogenaria que hace un personaje espléndido, un rol melifluo, una voz cascada y susurrante que produce (sin proponérselo...) la mayor parte de los escalofríos de este, por lo demás, fallido film.
100'