Hace tres años nos llevamos una agradable sorpresa con Kick-Ass, una parodia sobre el cine de superhéroes que suponía algo más que una mera caricatura, trascendiendo asimismo el subgénero de los adolescentes salidos, del que era evidente que también bebía. Pues como parece que en aquella primera, divertida e ingeniosa parte no se agotó el filón descubierto, aquí está la segunda entrega, donde nuestro héroe (más o menos) habrá de asociarse con otros carajotes como él, también adictos (gracias a él, precisamente) a vestirse de mamarrachos y a hacer como que salvan al mundo. Simultáneamente, uno de los descubrimientos de la primera parte, el personaje que interpreta Christopher Mintz-Plasse (por cierto, actor a seguir: tiene una sorprendente capacidad cómica que habrá que verle desarrollar en otros proyectos), otro memo pero en este caso versión niño rico, ahora niño rico y huérfano, y también gilipollas, concibe la idea de convertirse en supervillano, con el muy eufónico nombre de El Hijoputa…
Paralelamente, el otro gran descubrimiento de aquella cinta que ya podríamos llamar iniciática, la estupenda Chloë Grace Moretz (para la que hay que hacer un master en escrituras sajonas para saber escribir el nombrecito…), se debate aquí, una vez muerto su progenitor y puesta bajo la tutela de un rígido policía, entre lo que se supone que debe hacer una niñita de quince años y lo que le pide el cuerpo (Macarena). Ello supone alguna de las más divertidas escenas del filme, cuando la racial adolescente se ve inmersa en un grupito de teens tontas, sección loca-por-cualquier-cosa-con-colita-que-parezca-mono (cfr. Justin Bieber), y nuestra super-nena versión brutal les hace algunas cositas de lo menos cool…
Es cierto que aquí ya no está el factor sorpresa de la primera parte, lo que juega en contra del filme, así como que la dirección de Jeff Wadlow es algo más torpona que la notable de Matthew Vaughn, que hizo la puesta en escena del original. Pero en general queda la sensación de que hay materia en esta parodia de los superhéroes, versión adolescente, incluso para hacer más entregas, nuevos capítulos en los que enredar a estos super-tontos disfrazados como de carnaval, sección chirigota de Cádiz.
Un par de excursos sobre los intérpretes: este Aaron Taylor-Johnson parece tener una proteica capacidad para pasar de adolescente cuasi impúber (Kick-Ass) a fogoso, rijoso joven de cualidades como de Giacomo Casanova (Salvajes) y, lo que es mejor, de nuevo a teen empanado (este Kick-Ass 2. Con un par), en lo que parece una operación acordeón de edad: de aparentar 16 años a parecer que tiene 24, y un año más tarde tener otra vez 16 ó 17 tacos: ¿Dorian Gray o maravillas de maquillaje, peluquería y unas gafitas como de empollón?
Segunda digresión: Chloë Grace Moretz se ha convertido ya en la actriz joven de más proyección de Hollywood; ha trabajado con gente como Matt Reeves (la versión americana de Déjame entrar), Martin Scorsese (La invención de Hugo), Tim Burton (Sombras tenebrosas) y Kimberley Pierce (el “remake” de Carrie); y lo que es mejor, es buena con ganas, con una ductilidad que le permite transitar del drama a la comedia, de la fantasía a la acción, del terror a la ciencia ficción, todo ello sin despeinarse: o mucho me equivoco, o en el futuro todos nos acostumbraremos (a fuerza de estar siempre en el candelero) a pronunciar el complicado nombre de este talento que no está en ciernes, sino que es ya toda una realidad.
Kick-Ass 2. Con un par -
by Enrique Colmena,
Sep 10, 2013
2 /
5 stars
Pateador de culos, segunda parte
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