Vuelve Bertrand Tavernier, el más inclasificable e interesante cineasta francés de su generación, por los movedizos terrenos de juventud y delincuencia, como ya hiciera en Ley 627 (1992), y vuelve a hacerlo con una frescura y un conocimiento de lo que trata absolutamente envidiables. La carnaza es una historia del Kronen a la francesa, una crónica desgarrada pero contada con una mesura difícilmente igualable, sobre dos chicos y una chica, pertenecientes a esa clase media-baja que se ha constituido en un filón para este tipo de cine, que se adentra en la marginalidad sin siquiera darse cuenta.
Y no es ociosa la alusión a Historias del Kronen (1995), de Montxo Armendáriz (por cierto, posterior a esta La carnaza), pues en ambas existe la misma presencia de una amoralidad en cierta juventud que les lleva al delito prácticamente sin saberlo. Hemos educado a toda una generación sin códigos éticos, y aquéllos que no han sabido dárselos a sí mismos están pasando factura. Ése es el lacerante tema de este film tremendo que, sin embargo, está contado tan serenamente, tan clásicamente, tan hermosamente.
Tavernier vuelve a demostrar su clase, y también algo tan raro como una pasmosa capacidad para elegir actores desconocidos y hacerlos vivir para nosotros una historia cuasi documental, como si fuera un Rohmer de crónica negra, un descenso a los infiernos de una juventud en las grandes urbes finiseculares.
(18-08-2002)
115'