Pelicula:

Curtis Hanson (1945-2016) fue en su momento una especie de gran esperanza blanca del que se llegó a decir que podría ser el heredero de Hitchcock. La afirmación era más que exagerada, pero es cierto que durante la década de los noventa mantuvo un apreciable nivel en films de corte de suspense, como Malas influencias (1990), La mano que mece la cuna (1992) y esta L.A. Confidential (1997), aunque evidentemente el tono de la película que comentamos se corresponde mucho más con la etiqueta de cine negro o, por decirlo con la terminología al uso, “neo-noir”, una película hecha desde la perspectiva omnisciente que permite la posteridad, conscientemente manierista, pero sin duda una de las películas más interesante del género en la década que cerró el siglo XX, casi media centuria después de que se pusieran las bases del cine negro norteamericano, allá por los años cuarenta y cincuenta, fundamentalmente.

La materia argumental la aportó la novela homónima de James Ellroy, el controvertido escritor angelino. Se ambienta en los años cincuenta, precisamente en Los Ángeles, y la historia empieza siendo narrada por un editor de programa televisivo sensacionalista, de los que ya entonces, si no tenía una noticia escandalosa, la fabricaba (de lo que se deduce que no hay nada nuevo bajo el sol...). Asistimos a uno de esos casos prefabricados, en los que un policía de verdad, el detective Vincennes, escenifica la detención del malo de turno para acrecentar su fama (y su ego...) e incrementar la audiencia del programa (por llamarlo de alguna forma...). Por otro lado, el jefe de la mafia local ha sido detenido, así que la Policía se activa para impedir que el vacío de poder creado por esa detención sea aprovechado por otro clan rival. Conocemos al detective White, un inspector de carácter irascible, obsesionado por perseguir el maltrato a las mujeres, como consecuencia de haber sido testigo durante su infancia de la violencia de su padre contra su madre, a la que terminó matando. Su némesis es otro detective, el sargento Exley, obsesionado por estar a la altura de su padre, también policía y una leyenda en el Cuerpo; no duda en declarar contra sus compañeros en un caso de corrupción si consigue ascender a teniente. Tras una matanza en una cafetería, en la que muere el compañero corrupto de White, éste conocerá a Lynn Backen, una prostituta de notable parecido (acrecentado con vestimenta y peinado) con la actriz Veronica Lake, de la que se enamora...

Como hemos comentado, la película es un “neo-noir” consciente de serlo, plenamente imbuida de las constantes, temáticas y estéticas del cine negro clásico, “aggiornandolo” con algunas de las características típicas del cine de nuestra época: violencia brutal, sexo mucho más explícito que los modelos a los que se remite, donde siempre era pudorosamente tácito, diálogos en los que aparecen con frecuencia palabras soeces y prácticas eróticas inimaginables en sus referentes clásicos, etcétera.

Pero el conjunto, aún siendo una obra autoconsciente, evidentemente referencial, también claramente manierista, funciona, y funciona muy bien, gracias sobre todo a una historia en la que los dos personajes principales están muy bien delineados, funcionando como creíbles arquetipos, con el policía heterodoxo, traumatizado por el asesinato de su madre y que, consecuentemente, tritura cualquier atisbo que vea en alguien que incurra en maltrato de género, un tipo brutal pero honesto a carta cabal, no casualmente apellidado White (“blanco”, como sabemos), el color de la pureza; y el policía calculador que busca emular al padre gigante, para lo que no se mira en mientes de compañerismos y otras zarandajas; ambos, finalmente, estarán por los huesos (qué frase hecha más pintoresca la que permite el castellano...) de la misma mujer, una seductora, pero también ella misma víctima de un sistema que no permite ser guapa y pobre a la vez sin convertirse en libidinoso objeto de placer de los ricos y famosos (“thanks”, Cukor...); y algunos otros personajes secundarios sabrosos, como el jefe de Policía corrupto, que mueve los hilos para perpetuarse en su jerarquía mientras sigue manipulando el Cuerpo para sus fines crematísticos y, sobre todo, de Poder; o el policía que busca la fama fácil, el relumbrón, escenificando detenciones en las que aparece como el agente heroico que no es; y, por supuesto, la bella, una Kim Basinger en su mejor momento físico, absolutamente deslumbrante, entendiéndose perfectamente que los dos protagonistas, cada uno a su manera, se prendieran absolutamente de ella.

En la película (y en la novela), que es ficticia, se incluye sin embargo un episodio real de la Policía de Los Ángeles, el conocido como “Bloody Christmas”, "Navidad Sangrienta", un caso de aberrante maltrato policial, cuando en 1951 un grupo de agentes golpeó durante hora y media, en los calabozos de la comisaría, a un grupo de mexicanos detenidos, provocándoles graves lesiones; la investigación posterior se saldó con leves penas para los criminales de uniforme, como era de prever en aquella época (ahora tampoco hemos mejorado mucho, es cierto...).

Otra de las peculiaridades del film es la presentación en pantalla de una red de prostitución de alto “standing” (con una sórdida derivada de rodaje de pelis porno) en la que el proxeneta en jefe, un tipo intocable, procedía, con cirugías y afeites, a aproximar a sus pupilas a algunos de los iconos femeninos del cine de la época, como Veronica Lake o Elizabeth Taylor, suponiendo, no sin razón, que así serían más apetecibles para los lascivos puteros.

Hanson busca, y encuentra, el tono exacto del cine negro clásico, pero estilizándolo, dotándolo de una elegancia que no está lejana al cine de Hawks, de Preminger, de Huston, de Ray, aunque no tenga la clase de estos. Pero el resultado es muy bueno, probablemente la mejor película de “neo-noir” que bebe en fuente clásicas que se haya hecho en los últimos 30 años; no importa que, a veces, la trama sea un tanto confusa, porque eso, además, no deja de ser una característica típica del cine negro clásico, con lo que se cumple otro de los requisitos del “noir” de los años cuarenta y cincuenta, en un vigoroso thriller que, sin embargo, lamentablemente, no tuvo continuidad en la carrera de su director, que no volvió a cultivar un género en el que, evidentemente, se movía como pez en el agua.

Notable trabajo actoral: Russell Crowe, en una de sus primeras pelis en Hollywood, compone un personaje brutal, una fuerza de la naturaleza, irascible y volcánico; Guy Pearce, que poco antes se había vestido de “drag queen” en Las aventura de Priscilla, reina del desierto, es un convincente policía que no se sabe si es más calculador que honesto, o viceversa; Basinger, como queda dicho, está espléndida; el resto del reparto, cuajado de estupendos secundarios (Cromwell, Strathairn, Spacey, DeVito...), funciona a la perfección, en una obra modélica que, además, dentro de esa veta autorreferencial, está traspasada en todo su metraje por una excelente banda sonora del gran Jerry Goldsmith, pespunteada con hermosas canciones de la época. La fotografía de Dante Spinotti, con colores puros y brillantes, juega muy bien a la transferencia del blanco y negro del “noir” original a esta paleta de colores primarios y refulgentes.

(30-06-2023)


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138'

Año de producción

L.A. Confidential - by , Jun 30, 2023
4 / 5 stars
Conscientemente manierista