Pelicula:

Disponible en Netflix.


Arantxa Echevarría (Bilbao, 1968) se hizo un nombre dentro del cine español hace unos años con su fresca, estupenda Carmen y Lola, apuesta por el amor a todo trance incluso en ambientes no precisamente proclives a ciertas formas de expresarlo (valga decir el amor lésbico en comunidades muy tradicionales como la gitana de costumbres ortodoxas). Aquella película nos descubrió un nuevo valor del cine español, con su propia voz, aunque este su nuevo film parece indicarnos que, como tenemos la mala costumbre de comer todos los días, entre tanto llega la ocasión de volver a hacer su cine personal, la directora ha aceptado este encargo que, ciertamente, tiene poco que ver con la naturalidad, la sensibilidad y el talento demostrados en su anterior largometraje.

La acción se desarrolla en nuestros días, en Madrid. Conocemos a Pablo, un joven de clase bien en torno a los treinta años que está sufriendo por cómo se tomaran sus padres a su nueva novia, Sara, una chica de estrato social muy distinto, de clase media-baja. Cuando los padres de Pablo, Lucía y Ernesto, conocen a los de Sara, Miguel y Amparo, quedan en schock ante las abismales diferencias entre ambas familias... Pero las situaciones chocantes solo acaban de empezar...

A la vista de la breve descripción de este principio de la trama parecería evidente que estamos ante lo que se suele denominar una “comedia de opuestos”, una película que basa su humor en las dispares formas de ser y comportarse de uno o varios elementos humanos, aquí los exquisitos del barrio de Salamanca (la que parece familia ideal, todo perfecto, de gran clase, encantados de haberse conocido) versus una familia corriente, tirando a ordinaria, de cualquier barrio obrero madrileño del sur de la capital, por ejemplo Vallecas; “imagínate las Nochebuenas”, le dice una espantada Lucía a su no menos horrorizado marido.

Pero pronto vemos que Olatz Arroyo, la guionista, cambia a otros derroteros, el de la mujer de clase alta que se da cuenta de que su existencia ha sido, hasta entonces, vacía, cuando conoce a otra gente más espontánea, más sencilla y, sobre todo, cuando recupera el deseo sexual que en casa ya no tiene correspondencia. Pero ese cambio, aparte de estar poco trabajado, suena a forzado, como si, como tantas veces ocurre, el (en este caso la) guionista hiciera de mangas capirotes y llevara la historia por donde le place, pero no por donde la lógica y la coherencia interna diría que debe ir.

Así las cosas, Echevarría tampoco se puede decir que se haya matado en la puesta en escena. Su trabajo aquí se limita al de la profesional en la realización que hace su trabajo más o menos aseadamente, pero a la que no vemos implicada en ningún momento, ni siquiera en el (muy tibio) tono feminista que parece reivindicar el encuentro de la protagonista de una nueva forma de vida menos encorsetada, más libre y verdadera, que la que hasta entonces había tenido.

La película se desliza sin muchos altibajos, ni a favor ni en contra, mientras observamos la deriva guionística que hace que la película termine siendo una especie de apuesta por la vida real, por la vida simple, en contraposición a la vida “perfecta” de las familias estiradas, mensaje no especialmente distinguido ni expresado con demasiadas ganas, en una película de factura correcta pero sin alharacas, con diálogos no especialmente buenos, una historia que sabe a artificial, a pesar de la supuesta reivindicación de la naturalidad que, en teoría, hace.

Hay, es cierto, algunos detalles interesantes a tener en cuenta, como la crítica sarcástica de los menús de boda, esos que cada día se van haciendo más idiotas, con nombres larguísimos e ininteligibles y cada vez más reducidas porciones de manduca en el plato… o el personaje del hermano tonto de la novia, que podría considerarse paradigma de todos los analfabetismos posibles (siendo este un mozalbete, está claro que su analfabetismo es voluntario, no el forzoso, y por ello tan digno, de muchas personas de generaciones anteriores que no tuvieron acceso a la educación), un tipo en el que confluyen todas las imbecilidades, desde el terraplanismo hasta el negacionismo de la llegada del hombre a la Luna, y con una rara capacidad para meter la pata en cualquier lugar y circunstancia.

No todos los directores sirven para la comedia: es el caso, porque nos parece  que a Echevarría el género no se le da nada bien, sin que sea capaz de dotar a la película del ritmo adecuado, del tono ligero, casi evanescente, que requiere toda buena comedia, que en este caso resulta más bien acartonada.

El reparto hace un trabajo más o menos correcto; en todo caso citaremos el saber estar de dos veteranos como Belén Rueda y José Coronado, capaces de sacar adelante cualquier papel, aunque a Coronado parece que le cuesta más el papá tirando a zafio que le ha tocado interpretar.


(02-01-2023)


 


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110'

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La familia perfecta - by , Jan 02, 2023
1 / 5 stars
Imagínate las Nochebuenas...