Es la adaptación al cine de la novela de Siegfried Lenz (1926-2014), que desarrolla un drama que sucede en los días finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando la presión del Tercer Reich era más fuerte y afloraban los problemas del nacionalsocialismo. El extenso best seller describe el tema de cómo los autoritarismos influyen enormemente en ciertos casos que llevan hasta el rompimiento de las relaciones humanas.
Aquí se cuenta la historia de Siggi Jepsen, un joven problemático, que es metido en un correccional y un día echa mano de los recuerdos de su infancia para redactar un ensayo sobre "las alegrías del deber" que le mandan sus superiores. Cuando se lo requieren dice que no ha terminado, porque lo que está contando es su vida y la de su padre, un hombre autoritario, con un enfermizo sentido del deber, que es capaz de denunciar a su otro hijo, Klaus, que ha desertado del ejército, sabiendo que por ello lo pueden fusilar, o a su mejor amigo, Max, al que le debe la vida, un artista al que le prohíben pintar porque dicen que su pintura es peligrosa y le requisan todos sus cuadros.
Jens Jepsen es un policía de un pequeño pueblo (ficticio) alemán a orillas del mar del Norte, donde la guerra apenas llegó, que recibe la orden de que Max, un pintor expresionista, no vuelva a pintar nunca más, aunque a escondidas sigue con su obra a pesar de que usa a Siggi para vigilarlo, por lo que tiene que decidirse entre la obediencia a su padre y la admiración por el artista que lo considera como si fuera su hijo.
Un día Max se va con Siggi a pintar al campo y el chico descubre una casa abandonada donde se refugia, guarda los cuadros que puede de Max y oculta a su hermano Klaus cuando deserta. Jens no respeta ni el duelo por la muerte de Ditter, la esposa de Max, cuando le ordenan reclutar hombres ante el acoso de los ingleses y éste le pide que no vuelva más a pisar su casa.
La película es un relato continuado de esta historia cuyo guion de Hiede Schwochow, la madre del director, está basado en la novela homónima del escritor prusiano Siegfried Lenz, que tras su publicación en 1968 se convirtió en un éxito de ventas y en uno de los mayores logros de la literatura germánica del pasado siglo, con la valentía de abordar la culpa del pueblo alemán.
La novela sirve de base a este film donde se cuenta una historia, no como muchos de los de ahora que con una simple anécdota sin más contenido la estiran aburriendo al público. Esto hace que el espectador quede prendado de principio a fin ya que tiene muchos temas para la discusión: la represión, el autoritarismo, el sentimiento de culpa, las maneras antidemocráticas, el comportamiento de los personajes de hasta dónde debe llegar el cumplimiento del deber cuando se antepone a su propia sangre o la defensa de la familia.
Está contado de forma lineal, aunque con dos o tres breves flashbacks de vuelta al presente, que no interrumpen para nada la narración, ni el devenir dramático, y hace una reflexión que, en los tiempos que vivimos, toma rabiosa actualidad, cuando describe el problema, cada vez más arraigado, entre los dos amigos que son separados por el deber y las doctrinas nazis, las delaciones y lealtades con respecto al arte y a la libertad.
Un estupendo trabajo de Ulrich Noethen en el odioso personaje de Jens y no menos interesante el de Tobias Moretti como el pintor Max, sin olvidar al pequeño Levi Eisenblätter.
Christian Schwochow lleva la narración con el ritmo que precisa un relato dramático de esta clase.
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