El cine negro es uno de los que admite un mayor número de implicaciones de otros géneros en su propia esencia. “La noche se mueve” tiene enquistado en su identidad todo un rosario de reflexiones y “ex cursos” sartrianos, el ser y la nada, una parábola intelectual que dificulta el seguimiento de la trama. Arthur Penn, su director, formó parte de los cineastas imbuidos del kennedysmo en los años sesenta.
En “La noche se mueve” cuenta la historia de un detective, con problemas de infidelidad de su mujer, al que se le encarga la búsqueda de una adolescente, prácticamente una lolita, desaparecida de su casa. En el itinerario que habrá de recorrer el sabueso se dejará parte de su ser. Este filme gozó en su momento de un predicamento que ciertamente no comparto: una lectura cultista del thriller no tiene por qué mejorarlo necesariamente, y en este caso está claro que no ocurrió así.
En el reparto destaca, como protagonista absoluto, un Gene Hackman sobrio y perfecto, como tan acostumbrados nos tiene desde hace tantos años. Además de otros actores de segunda fila, fácilmente olvidables, aparece por allí, como la lolita díscola de cascos ligeros, una actriz que más tarde daría mucho juego, y no precisamente por su carrera cinematográfica: Melanie Griffith tenía entonces apenas dieciséis años, pero ya saltaba en la palma de la mano. Años después se consagraría con “Doble cuerpo”, “Algo salvaje” y “Armas de mujer”, y emparentaría, vía tálamo conyugal, con nuestro Antonio Banderas: ¡qué vueltas da la vida!
La noche se mueve -
by Enrique Colmena,
Jan 23, 2007
2 /
5 stars
El ser y la nada
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