Sobre la novela de Belén Copegui La conquista del aire", Gerardo Herrero ha realizado su séptimo largometraje, tras el tropezón de Frontera sur, buscando recuperar el tono de los filmes urbanos y contemporáneos que han sido hasta ahora su mejor contribución al cine (Malena es un nombre de tango. Su tema es el préstamo entre amigos y cómo esa situación deteriora relaciones que parecían firmemente ancladas en sentimientos profundos; no sólo la de los tres amigos protagonistas, sino también la de éstos con sus respectivas parejas, que se resentirán de los problemas derivados del dinero prestado y su demorada devolución.
Visión poco esperanzada sobre el género humano, que deja perder sus mejores valores (el amor, la amistad, la dignidad, la solidaridad) en aras del color del dinero, la película de Herrero se resiente sin embargo de cierta falta de verosimilitud, al plantear una historia con tres parejas fuertemente ideologizadas, treintañeros y a mediados de los noventa, lo que supone algo así como la cuadratura del círculo: no quedan, a estas alturas de la Historia, individuos (y menos aún seis con una relación tan estrecha entre ellos) que tengan los escrúpulos de conciencia y resistan de esta forma los cantos de sirena del capitalismo y la globalización, y menos aún si esos seis son hombres y mujeres totalmente integrados en el actual sistema de vida.
Así pues, el principal problema de este por lo demás digno y ejemplar filme, es el de la credibilidad: algunos de los diálogos puestos en boca de los esfozados actores suenan, literalmente, a marcianada, o, en el mejor de los casos, a personajes de los setenta o principios de los ochenta. Las ideologías, al menos como las conocíamos, han muerto; es penoso reconocer que Gonzalo Fernández de la Mora tenía razón, al menos en el título de su obra El crepúsculo de las ideologías; en plena época de "lo importante no es que el gato sea blanco o negro, sino que cace ratones", películas como las de Herrero suenan, lamentablemente, a historias de otro mundo. Nada que objetar a los actores, salvo quizá a Joel Joan, un tanto sobreactuado; sobre todos destaca, como es habitual, Marta Belaustegui, la mejor intérprete de su generación.
Las razones de mis amigos -
by Enrique Colmena,
Jan 01, 2000
2 /
5 stars
Mardito parné
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