Pelicula:

El cine de terror puede ser fuente de risas, como es obvio, y no hablamos de los terrores tan mal hechos que resultan en humoradas involuntarias. Hablamos de films como La comedia de los terrores (1963), de Jacques Tourneur, o El baile de los vampiros (1968), de Roman Polanski, que nos confirmaron que miedo y risa pueden andar a la par y además siendo buen cine. Algo de esto hay en esta Lo que  hacemos en las sombras, probablemente la comedia negra de terror más divertida del siglo XXI.

Taika Waititi y Jemaine Clement son dos ingeniosos cómicos neozelandeses, parcialmente maoríes, que desde mediados de los años noventa están realizando una creciente labor cómica a través de cine, televisión y teatro. El salto a la fama de Waititi vendría, en su tierra, con su largometraje Boy (2010), lo que le permitió algo más tarde acometer con Clement esta disparatada comedia negra; después Waititi ha saltado a la palestra internacional dirigiendo films como Thor: Ragnarok (2017), un “blockbuster” para Marvel/Disney, o la comedia bélica antinazi Jojo Rabbit (2019).

Este film que comentamos tiene su origen en un cortometraje perpetrado también por los mismos directores, Waititi y Clement, titulado What We Do in the Shadows: Interviews with Some Vampires (2005) (se podría traducir como “Lo que hacemos en las sombras: Entrevistas con algunos vampiros”), en la que tres vampiros son entrevistados en su casa por un equipo de televisión.

Parecía evidente que la idea tenía más recorrido, como así fue, y tras el éxito de la mentada Boy, Waititi y Clement acometieron esta versión larga y más costeada, una historia ambientada en el Wellington (la capital de Nueva Zelanda) actual, en la que, cercanos al conocido como Carnaval Profano, que reúne a lo mejorcito (o peorcito, según se vea...) de vampiros, licántropos, zombis y otras criaturas de mal vivir, un grupo de chupasangres que conviven en una casa de estilo gótico en la capital, accede a que un equipo de televisión les grabe en su convivencia diaria.

Así conoceremos a los cuatro habitantes de la casa: Viago, el más atildado y pedante, tiene 379 años de edad, aunque no aparenta los 40; Deacon es el “jovencito” del grupo, solo tiene 183 años, viste en plan rebelde, con ropas de joven, como lo que es...; Vladislav frisa los 862 años y tiene toda la pinta de Gary Oldman (cuando aparecía sin envejecer...) en Drácula de Bram Stoker (1992), de Coppola; y Petyr, del que no se dice la edad pero debe rebasar ampliamente los mil años, tiene el mismo aspecto del no-muerto del Nosferatu (1922) de Murnau, e incluso del Nosferatu (1979) de Herzog, que al fin y al cabo era un remake de aquel. Asistimos, a través de las cámaras del supuesto equipo televisivo que les está grabando, a sus escenas cotidianas, a sus riñas sobre el hecho de que no se lavan los platos, a la realización de las tareas domésticas ayudándose de los poderes de los vampiros (como limpiar los techos volando, por ejemplo...), y a las fricciones inevitables en los pisos compartidos, en los que siempre hay tensión, como dice uno de los vampiros... Su amable rutina de siglos se ve perturbada cuando llega a la comunidad un nuevo vampiro, Nick, convertido por uno de ellos; este Nick es bastante narciso (sí, imbécil también...) y va alardeando ante los humanos de su cualidad de no-muerto y de sus poderes, lo que hace que sus veteranos compañeros se enojen con él...

La comicidad de Lo que hacemos en las sombras nace, evidentemente, de contraponer los clichés habituales de los vampiros, pero también, en menor medida de otros grupos de criaturas fantásticas, como los licántropos, con las situaciones más cotidianas de la vida diaria de cualquier hogar. Lo que en principio podría ser una astracanada, gracias al humor irónico, paródico y en ocasiones decididamente sarcástico, casi “destroyer”, de Waititi y Clement, se convierte en una muy divertida comedia negra sobre personajes legendarios que aquí se nos revelan como decididamente corrientes, con los mismos problemas que los convivientes de una vivienda de solteros, aunque estos sean muy, muy talluditos... También ver a seres míticos como los no-muertos haciendo punto o fregando los platos resulta gracioso por la inesperada contravención de tópicos. Waititi y Clement optan por una puesta en escena que lo fía todo a la gracia del guion, en este sentido no son unos estilistas y está claro que no pretenden emular a Scorsese, por citar al epítome de los directores estilosos. Optan por la poquísima vergüenza y la falta del sentido del ridículo, y esa es su mejor baza, el desprejuiciamiento y la convicción de que el disparate anacrónico o “anatemático” (si se nos permite el palabro, recién inventado, pero que conviene al caso) puede funcionar (y funciona...) como elemento cómico.

“¿Quieres churruscarte como un torrezno?”, le dice en un momento dado Viago a Deacon cuando se deja las cortinas abiertas de la mansión que comparten, como un piso de estudiantes pero con más mamarrachadas góticas. Ese es el tono general de esta divertida parodia que reconcilia con la comedia negra y con la capacidad del cine para hacer humor de cualquier cosa... incluso aunque esa “cosa” tenga colmillos y unas ganas horrorosas de mordernos el cuello...

Waititi y Clement, además de como directores, guionistas y productores, actúan aquí como coprotagonistas de este descacharrante film que dio lugar a una serie televisiva de igual título, con notable éxito: cuando se escriben estas líneas, ya se han estrenado las dos primeras temporadas y se está a la espera de la tercera.

(07-12-2020)


 


Género

Nacionalidad

Duración

86'

Año de producción

Lo que hacemos en las sombras - by , Dec 07, 2020
3 / 5 stars
¿Quieres churruscarte como un torrezno?