En el cine francés está ocurriendo como en su día sucedía en España, que se están haciendo ya demasiadas comedias que no aportan nada, que no molestan, tampoco aburren y sólo sirven para hacer pasar un rato divertido y olvidarnos así momentáneamente de nuestros problemas personales.
La desdichada vida de Marie-Francine, una mujer de 50 años muy inmadura y un tanto infantil, da un vuelco cuando su marido la deja por una chica más joven, al tiempo que pierde su trabajo de investigadora sobre células madres en un laboratorio debido al cierre de la empresa a causa del amianto en la revisión del edificio; tras intentar encontrar un nuevo lugar donde vivir y buscar otro empleo, termina regresando a casa de sus padres, que la acogen como si fuera aún una adolescente por la que no hubieran pasado los años, lo que le invita a un nuevo futuro y a hallar su sitio en el mundo tras perderlo todo.
La película está dirigida e interpretada por partida doble, ya que hace el papel de Marie-Francine y de su hermana gemela Marie-Noelle, por la directora y actriz francesa Valérie Lemercier, que además es co-autora del guion. Es una comedia ligera y entretenida con trazas de melodrama romántico que se ríe de la crisis cuando llegamos a ese momento de nuestra vida. La edad es una asignatura que todos tenemos que aprobar en las distintas etapas que nos plantea la vida, pero cuando se pasa de los 40, el ánimo con que se afronta es diferente, la actitud es importante y eso le falla a nuestra protagonista.
Marie-Francine es una mujer que, de la noche a la mañana, se ve con dos hijas adolescentes con las que no puede vivir porque se quedó sin casa y sus padres la toman como si fuera aún una niña, como si no hubiera pasado el tiempo desde que salió del hogar. La crisis sentimental es el centro de esta amable comedia sobre la separación de los miembros del matrimonio y el comienzo de una nueva vida, en este caso de esta mujer burguesa, en Los 50 son los nuevos 30 (2017), un título que ha sido visto por más de un millón de espectadores en la vecina Francia.
Los gags más divertidos están en ese regreso a casa... de sus padres, donde se reencuentra con su hermana gemela y se deja querer por Miguel, el cocinero de origen portugués del restaurante de al lado del negocio de cigarrillos electrónicos que le han montado sus progenitores. Miguel pasa por una circunstancia parecida a la suya, aunque no se atreve a decírselo. Ambos tratarán de superar los fracasos con sus respectivas parejas.
Una caricatura con pocas pretensiones, acerca de las relaciones matrimoniales, que no van bien cuando una tercera persona se mete por medio, lo que pasa hoy día con más frecuencia de la deseada. A veces las infidelidades se toleran, se perdonan, o responde con la misma moneda el otro cónyuge, como ocurre en esta misma historia, pero en ocasiones no hay vuelta atrás. Es un tanto previsible la relación con el cocinero, que será quien la saque del apuro.
La dirección del quinto largometraje de la multiempleada directora es bastante funcional, con la que no se ha partido mucho la cabeza. La banda sonora está compuesta por canciones de Charles Aznavour, Georges Moustaki, Amália Rodrígues, Julio Iglesias, Sylvie Vartan y Nana Mouskouri, que adornan la función.
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