La primera parte de esta costeada versión para el cine del clásico televisivo Los ángeles de Charlie (2000) salvaba mínimamente los muebles gracias a cierto sentido del humor autoparódico que hacía ver que no se tomaba a sí misma demasiado en serio. Como era de temer, esta segunda parte de aquel taquillero film ha pretendido rizar el rizo, y aunque sigue la autocaricatura, enseguida cansa el exceso, tanto en las escenas de acción como, sobre todo, en una indigesta y superflua introspección de uno de los personajes (el de Drew Barrymore), que llega un momento que empieza a preguntarse implícitamente aquello de quién soy yo, qué hago aquí, etcétera, cuando lo único que se le pide a una tontería como ésta es que entretenga y no pretenda filosofar; para eso ya están otros, bastante más dotados intelectualmente que McG y sus guionistas, a los que se les da bien el vídeoclip pero muy mal, un poner, las elucubraciones kantianas o las mónadas de Leibniz...
Así las cosas, pronto fatiga este reiterativo surtido de saltos a lo Matrix, de peleas calcadas unas de otras, coreografiadas inverosímilmente, y la autoironía termina desdibujándose en un elogio acrítico de estos ángeles bastante humanos, con apenas algunos destellos más o menos simpáticos en personajes como el puritano (y finalmente comprensivo por mor del amor) padre de la china (por cierto, un inglés tan "british" como John Cleese: conocería a la mamá de Lucy Liu en Hong Kong, se supone...). Demi Moore pone su mejor cara de mala pero no llega, ni de lejos, a la perfidia de los villanos de Disney, que son los peores malos que el cine ha dado; y es que al lado de la Madrastra de Cenicienta, el personaje de la pobre Demi parece tan inofensivo como Bambi...
(31-07-2003)
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