Continúa la traslación a la gran pantalla, con todo lujo de detalles y F/X, de los éxitos televisivos de los sesenta (cfr. El fugitivo et alii) y setenta (esta Los ángeles de Charlie, entre otras muchas); a este paso, dentro de nada veremos la versión para cine de Ally McBeal...
La película de McG (valiente nombre para un cineasta, no puedes tutearle llamándole por su nombre, porque no sabes cuál es...) no supone nada nuevo en su subgénero, el de las versiones costeadas de éxitos catódicos. En todo caso es elogiable el que se haya tomado tan poco en serio a sí misma, montando una historia que es una auténtica marcianada, con un magnate informático (con cierto parecido físico con Bill Gates, dicho sea de paso..) con un tornillo flojo que busca, nada menos, que el paradero de Charlie, para mandarlo a por tabaco convertido en confeti. Lógicamente, sus chicas estarán ahí para evitarlo...
Con manifiestas influencias visuales de clásicos de culto tan recientes como Matrix, el filme tiene sus mejores bazas precisamente en las escenas de acción, realizadas con gran soltura, coreografiadas casi inverosímilmente, en la norma que en el género ha impuesto John Woo, pero también en su desinhibida convicción de que es un producto de consumo, adornando con ciertas dosis de humor irónico y homenajes cinéfilos varios (Toma el dinero y corre, La gran evasión, entre otras) una historia que, sinceramente, es una patochada.
Pero sabe McG, como sus guionistas y productores, que lo que se busca en esta nueva versión casi del siglo XXI de las detectives de pantalones de pata de elefante de hace treinta años no es precisamente trascendencia, sino pasatiempo puro y duro, ornado con las carrocerías de las bellas guerreras, unas chicas de armas tomar, en el sentido literal de la expresión...
(22-08-2004)
98'