Pelicula:

Aunque, por supuesto, el tema no es de ahora, desde el exitazo comercial de Ocho apellidos vascos (2014), que tuvo 9,4 millones de espectadores, la comedia de opuestos no cesa de ensayar nuevas propuestas para ver si se repite el pelotazo. Generalmente no sucede, pero de vez en cuando suena la flauta, aunque no en los niveles de la película de Emilio Martínez-Lázaro sobre el andaluz y la vasca más sandungueros del cine español.

Los Japón, es evidente, juega en esa misma liga, aspirando a una jugosa taquilla. Los primeros resultados parecen indicar que no le irá mal, aunque no tenga pinta, ni de lejos, de emular a la coalición vascongado-andalusí. El planteamiento histórico del que parte es verídico: en el siglo XVII, una expedición japonesa, compuesta por una pequeña flotilla de naves, entró en el Guadalquivir por Sanlúcar de Barrameda y navegó río arriba hasta atracar en Coria, en la provincia de Sevilla. Su destino era Madrid, donde, en nombre de su emperador, pretendían establecer relaciones comerciales con el Reino de España; mientras que la cúpula de mando enviada por el Imperio Nipón viajó a la capital española, una parte de la tripulación quedó al cuidado de las naves en Coria, y allí, como cabía esperar, intimaron con algunas de las chicas casaderas del lugar, por lo que, al regreso de la legación comercial de Madrid, algunos optaron por quedarse en el pueblo sevillano, donde se afincarían, teniendo descendencia que llega hasta nuestros días. De hecho, en Coria (y localidades limítrofes, claro está) el apellido “Japón” identifica a los herederos de aquellos nipones que prefirieron los barbos en adobo al sake y el sushi. El film fantasea con la posibilidad de que un sobrino del emperador de entonces fuera uno de los nipones que se quedaron en Coria del Río y que el actual monarca japonés falleciera sin descendencia, por lo que el varón al que le correspondería sentarse en el Trono del Crisantemo sería... Paco Japón, un cateto coriano, currito en una fábrica de coches (lógicamente) japoneses, con mujer, Encarni, dos hijos, la mayor alrededor de los 18 y el menor un pánfilo sobre los 14 ó 15. El enviado de la Casa Imperial, Hidaka, habrá de convencer al coriano para que acepte la corona...

Ciertamente la historia lo que busca es, como toda comedia de opuestos, hacer chocar cómicamente dos caracteres e idiosincrasias tan distintas como la española, mejor la andaluza, y la japonesa milenaria y ancestral. De ese choque de culturas, o de civilizaciones, surge el humor de esta comedia que, digámoslo ya, no es que se la hayan currado mucho: los chistes suelen ser más bien previsibles y a veces incluso antiguos; al guion, marciano donde los haya, le habría venido bien unas vueltas más, para intentar que no pareciera tan lunático y tuviera cierta coherencia; Álvaro Díaz Lorenzo, como director, confirma que la exquisitez (como ya evidenció en su anterior Señor, dame paciencia) no es precisamente la mayor de sus virtudes, limitándose a pegar un plano detrás de otro; hombre, es evidente que no estamos ante To be or not to be, de Lubitsch, por hablar del súmmum de la gran comedia, pero no hubiera estado fuera de lugar algo más de originalidad y creatividad por parte del director.

Eso sí, la película tiene algunas virtudes, aunque no sean las que preponderen en el balance global. Pero es cierto que algunas situaciones, en especial las puestas en escena con Dani Rovira y María León, por una parte, y Ryo Matsumoto (gran descubrimiento, qué tipo más talentoso y gracioso), por otra, con cierta frecuencia provocan la carcajada espontánea y estentórea en el espectador, lo máximo a lo que puede aspirar cualquier comedia que se precie. Y por otro, el hecho de que el protagonista, el Paco Japón que será emperador del Imperio del Sol Naciente, se confiese republicano, sindicalista, de izquierdas, feminista y ateo, es lo más parecido a un planteamiento revolucionario que haya habido en la comedia española de siempre; porque, recordémoslo, los protagonistas de las comedias hispanas, en especial las del período franquista, pero incluso ya en democracia, eran de derechas de toda la vida, meapilas aunque rijosos, ultraconservadores, machistas... todo lo contrario que este Paco Japón, con el que la izquierda, el laicismo, la república, el feminismo han llegado a la comedia española; el hecho de que después, por mor del desarrollo de la trama, tenga que meterse (temporalmente) sus valores por do le quepan no le quita mérito a la jubilosa constatación de que, por fin, los cómicos hispanos no sean tan fachas como Martínez Soria, tan salidos como Alfredo Landa, tan machistas como Antonio Ozores; no, si al final vamos a tener que subirle la calificación a la peli...

Aparte de los mentados (Rovira y León tienen excelente química entre sí; el japonés Matsumoto es todo un hallazgo), Antonio Dechent está, como siempre, estupendo, aquí en un papel de abuelo roñoso y pícaro que pastorea a su futuro nieto político como le place; y mención especial para Boré Buika, un actor de raza negra (nacido, ejem, en Les Illes Balears...) con una gracia natural que aquí está que se sale.
   


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90'

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Los Japón - by , Jul 10, 2019
1 / 5 stars
Un cateto en el Trono del Crisantemo