Los otros

Precedida de un merecido éxito en Estados Unidos, tanto de crítica (esperable) como de público (menos previsible), Los otros llega a España para confirmar que su joven autor, un Alejandro Amenábar que no ha alcanzado todavía los treinta años, es un cineasta ya de marca mayor, un auténtico pura sangre del cine, un hombre que sabe tocar como nadie, hoy por hoy, los resortes del miedo, incluso del pánico, en el espectador más templado. Y lo que es mejor, lo hace "a la antigua", como en los grandes filmes clásicos de terror y suspense, sin mostrar ni una sola gota de sangre, ni una muerte, sin una sola mano apoyada sorpresiva y traicioneramente sobre el hombro, como nos ha acostumbrado ya, "ad nauseam", el moderno cine de este género.

La película puede calificarse (con razón, no con esa liberalidad con la que se usa hogaño el término) como de gótica, con esa historia ambientada al final de la Segunda Guerra Mundial en la pequeña isla de Jersey, en el Canal de la Mancha, entre dos continentes, como en un limbo en el que también están, simbólicamente, los personajes de este filme desasosegante, que tarda un poco en entrar en materia, demorado Amenábar algo en presentar sus personajes, pero que cuando coge carrera ya marcha como un obús hasta el sorprendente final, que uno difícilmente podrá prever como no se lo hayan soplado (y entonces le habrán hecho un flaco favor...).

Cristalina en su exposición, sin trampa ni cartón a pesar de esa sorpresa final, los últimos sesenta minutos son cine puro, cine que se maneja fundamentalmente a base de luces y sombras, de ruidos "en off", de insinuaciones, de sutil atmósfera preñada de augurios, de secuencias que producen auténtico escalofrío (véase, por ejemplo, la espléndida escena del piano que toca solo), algo tan díficil de sentir hoy día en una película.

A Nicole Kidman le toca afrontar el más complejo de los personajes de su filmografía (y estamos hablando de la actriz que en Eyes wide shut realizó un auténtico trabajo de orfebrería dramática), pero sale airosa del empeño, con una composición límpida y a la vez tenebrosa, una madre con hijos que no pueden ver la luz, una mujer casada pero sin esposo, una cabeza de familia atormentada en una mansión que oculta un misterioso enigma que la supera.