Rodados los interiores en los Estudios Orphea, de Barcelona, corresponden los exteriores a lugares sevillanos como la iglesia de San Gil y el barrio de la Macarena, los jardines de Murillo, la Plaza Nueva y el Prado de San Sebastián como recinto ferial.
La empresa sevillana “Rafa Films” se sirvió, en esta ocasión, de la empresa Filmófono como distribuidora del film y consiguió el Cine Callao, de Madrid, para efectuar su estreno; a pesar de ello, sólo se mantuvo siete días en cartel.
La temática y el desarrollo de los hechos proceden del sainete popular andaluz donde ahora, en función de la intérprete, Juanita Reina, se complementa con la comedia musical en la que el folklore tiene importancia decisiva. Obviamente, no puede faltar la moralidad establecida en torno a la figura de la joven casadera, Macarena, cuyos atributos se apoyan en el honor, la bondad y la religiosidad.
Los hechos responden a la siguiente argumentación y a la específica conducta y tipología de los personajes: En una casa de vecinos del barrio de la Macarena, vive Macarena, una bella muchacha que cuida de su padre, viudo, y de sus hermanos pequeños, huérfanos, y ejerce de peluquera en su propia casa donde atiende a conocidas y amigas. Sus pretendientes son dos hombres de distinta edad y condición: Manolo, un joven avecindado en la propia casa, y Don Salvadorito, el propietario del inmueble, casero de todos ellos, demasiado maduro para ejercer de galán. Macarena antepone la crianza de sus hermanos a cualquier proposición que signifique para ella el matrimonio, por lo que ambos pretendientes esperan y desesperan para ver quién conseguirá su empeño.
Don Salvadorito se sirve de Trini, otra vecina de la casa con ambiciones artísticas, para que engatuse a Manolo y le distraiga de su relación y amistad con Macarena. Ésta soporta mal los celos y por ello, en la peluquería, le juega una mala pasada a su oponente. Los vecinos huyen del casero en cuanto comprueban que viene dispuesto al cobro y más cuando lo ha transformado en cotidiano como justificación para poder ver a Macarena.
Por otra parte, Don Salvadorito es hombre rumboso que tiene detalles de buenazo para con su feligresía, a los que de vez en cuando saca de apuros. Ahora va a pagar el bautizo a un inquilino a quien la cigüeña le ha traído trillizos; en la fiesta correspondiente que ofrece en la finca de su propiedad cada uno demuestra su arte como puede, el coro de mujeres bailando sevillanas, Trini haciendo lo propio con su baile particular, y los demás acompañando con palmas y cante. Las canciones van relatando con sus letras en qué momento y situación están los amores de la muchacha con sus pretendientes. Y Manolo tiene las de perder.
Como el padre de Macarena, vago de profesión, quien por no ser alfarero se las da de escultor, pretende a Remedios, tan vecina como marimandona de oficio, no le faltan a ésta motivos para entrar en situación y “poner orden” en la casa ajena. La joven no está dispuesta a ello y ejerce su autoridad ante la incapacidad de su padre para tomar decisiones. Las complicaciones en la relación con Manolo, a quien Trini no deja, obligan a Macarena a actuar sentimentalmente en beneficio de Don Salvadorito, quien se deja querer aun a sabiendas de que, por el bien de todos y especialmente del de la muchacha, ésta no será, no debe ser para él.
La caseta de feria es lugar idóneo para dirimir las cuitas propias y ajenas. De nuevo, las canciones traducen el estado de la cuestión sentimental. Manolo se pasa con una donde el honor de Macarena queda en entredicho; y eso no está dispuesto a consentirlo Don Salvadorito quien obliga al joven a pedir perdón a la ofendida y, tras unas conversaciones privadas, hacerle ver que el amor de la joven es suyo y por ello no debe perder más tiempo. Ante el necesario final feliz, la madurez del casero enamorado cede paso a la juventud del hombre que Macarena se merece.
Los diálogos están muy perfilados por Antonio Guzmán Merino y se suelen situar en la línea de humor propia del chiste popular, del retruécano, de la frase con segundas intenciones pero carentes de maldad. Las canciones de Juanita Reina, como otras correspondientes a otros personajes (Manolo, Trini), funcionan en relación a la situación argumental y, la mayor parte de las veces, subrayan ésta, o bien sintetizan los hechos pasados como en alguna otra ocasión sugieren lo por venir.
Los otros personajes funcionan y actúan con los resortes propios del género al que la película pertenece; el carácter quinteriano sitúa a Carmona, el padre de Macarena, como vago sin maldad, al casero Don Salvadorito como más bondadoso que usurero, al maestro sin titulación, Don Gilito, como humilde redentor de criaturas cuyas enseñanzas no llegarán muy lejos, etc.
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