A veces, como decía el clásico, se puede morir de éxito. El grandísimo impacto que, en todos los órdenes de las llamadas artes icónicas (cine, publicidad, fotografía, pintura), tuvo hace cuatro años Matrix, el revolucionario filme de los hermanos Wachowski, de alguna forma ha propiciado las dos partes siguientes, esta Matrix relodaded y la próxima Matrix revolutions. Pero el problema está en que la película inicial empezaba y terminaba en sí misma, no necesitaba continuaciones. Tras el gran éxito de taquilla, el astuto productor Joel Silver persuadió a los hermanos Wachowski de que no podían dejar de explotar la veta encontrada, y de ahí proceden estas dos nuevas partes. Pero lo que en la primera era una obra redonda, donde fondo (una sugestiva lectura fantástica de la religión judeocristiana vista a través del prisma de la informática pura) y forma (una revolucionaria visión del movimiento estilizado y de la estética de la ralentización) eran una sola cosa y servían al mismo objetivo, en esta segunda entrega cada una va por su lado: el fondo se ha convertido en una confusa apelación a fórmulas matemáticas (¿cuántas veces dice el enigmático Arquitecto, casi al final, eso de "variantes sistémicas"?), que justificaría no ya esta segunda y tercera partes, sino infinitos nuevos capítulos en lo que ya se adivina franquicia con mucho porvenir. Pero esa técnica del calamar, esa tinta que se expulsa para esconder la falta real de contenido, está compensada, y con creces, con la forma, el espléndido espectáculo que, de nuevo, vuelve a ser la imagen de la serie, no sólo recuperando los ya clásicos "looks" de los protagonistas y antagonistas, sino también incorporando algunos nuevos que, a buen seguro, poblarán los anuncios televisivos de los próximos años, y no digamos los plagios encubiertos de la serie (véase, por ejemplo, los fascinantes Gemelos Blancos y su extraordinaria facultad para desmaterializarse). Escenas de acción como la de la autopista, o la de Neo contra infinitos Smith, dejan la boca abierta por su magnífica resolución, pero ahondan aún más el abismo entre la bellísima carrocería de este vehículo futurista y su desangelado interior, más propio de un landó del siglo XIX. Todavía nos queda la esperanza de que la tercera parte levante el vuelo (pero no como Neo, please, que parece enteramente Superman de luto...).
Matrix reloaded -
by Enrique Colmena,
Jun 17, 2003
3 /
5 stars
La franquicia se resiente
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