El cine, siempre interesado por sí mismo, vuelve la vista hacia uno de sus pioneros, Robert J. Flaherty, considerado como el padre del documental moderno y uno de los grandes del cine mudo (y del primer sonoro), autor de obras espléndidas como Moana (1926) y Hombres de Arán (1934. Sobre la peripecia humana que sucedió a Flaherty mientras rodaba entre 1919 y 1921 su primera gran película, Nanuk, el Esquimal, trata esta historia de Claude Massot que bebe claramente en los mismos veneros etnográficos en los que lo hiciera el pionero, dando una visión sobre el mundo helado que tiene puntos de contacto con clásicos del mismo tenor como Los dientes del diablo(1960), de Nicholas Ray, o Dersu Uzala (El cazador) (1975), de Akira Kurosawa.
En efecto, lo relevante en el film, aquello a lo que Massot da mayor importancia, aparte del documento antropológico que supuso Nanuk... y cuya senda sigue este Mis aventuras con..., es la amistad que se va fraguando entre un blanco con el colmillo retorcido como buen occidental y un hombre sin malear, un arquetipo del salvaje de Rousseau.
Bellísima en sus paisajes eternamente blancos, la película avanza con un ritmo distinto al que estamos habituados, cadenciosa, lentamente, como la vida en el Polo Norte donde todo tiene un sentido, tan lejano al vértigo urbano. Se le puede achacar cierta blandura intelectual y la carencia de un mayor "punch" narrativo, pero aún así es una obra agradable y sentida.
(03-07-2002)
103'