Vayamor por partes: se ha despachado por la crítica este tercer segmento de la saga de Misión imposible motejándolo, despectivamente, como "puro entretenimiento". ¿Y qué? ¿No son puro entretenimiento obras maestras como La isla del tesoro, Viaje al centro de la Tierra o Moby Dick? A ver si ahora va a haber que pedir disculpas por entretener dignamente al público...
Dicho esto, no queremos decir que Mission: Impossible III sea una obra maestra, ni mucho menos: tiene mucha fuerza en un comienzo electrizante, que recuerda el sadomasoquismo del mejor Tarantino, y continúa con buen pulso, con escenas de acción espléndidamente resueltas, como la persecución de los helicópteros en el campo de fantasmales molinos de viento o el ataque del caza al puente. Después es cierto que el tono decae, sobre todo cuando hay que empezar a explicar los motivos de las traiciones (qué sería la serie, valga la cuasi redundancia, sin traiciones), pero aún así el tono resulta, en general, satisfactorio.
No hay, es verdad, lecturas sobre temas trascendentes, pero tampoco se le pedía, como nadie en su sano juicio se lo hubiera pedido, en su momento, a aquella espléndida serie televisiva homónima que arrulló los sueños infantiles de toda una generación que hoy es (o aparenta ser...) adulta. Están, por supuesto, las típicas máscaras faciales que ocultan personalidades, que es uno de los "leit motiv" inevitables en la serie, tanto televisiva como cinematográfica, y hay escenas ciertamente imposibles, como el balanceo del héroe de un edificio a otro en Shanghai, con caída libre a través de un tejado inclinado, un disparate de imposibilidad, pero que queda de lo más resultón...
Así las cosas, J.J. Abrams, el creador de series televisivas de culto como Perdidos, se confirma como un hombre de buen pulso también como director, en la que es su primera película para pantalla grande. Cruise está ya muy seguro en su papel de Ethan Hunt, al que le tiene tomada la medida, y resulta convincente. Pero el que se lleva la palma es, desde luego, un Philip Seymour Hoffman, recién oscarizado por Truman Capote, que hace aquí un villano de los que dejan huella: frío, absolutamente carente de escrúpulos y sentimientos, una mala bestia con esmóquin que puede exigir desde ya un puesto en el olimpo de los grandes malos del cine.
(11-05-2006)
125'