Pelicula:

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El sector audiovisual colombiano es rico en series televisivas, fundamentalmente telenovelas, pero bastante más escaso en productos cinematográficos. Tiene algunos directores interesantes, como Lisandro Duque, Sergio Cabrera (con una carrera apreciable también en España), Víctor Gaviria, Laura Mora, Ciro Guerra y el veterano Jorge Alí Triana, entre otros. Sin embargo, como nacionalidad cinematográfica no termina de despegar y le cuesta mucho traspasar sus fronteras para que sus productos se vean en el exterior. Por eso reconforta que, de vez en cuando, nos llegue algún film colombiano. Claro que, a veces, como sucede con este Monos, las referencias y expectativas resultan ser superiores a la realidad, una vez vista la cinta.

Colombia, en un tiempo indeterminado pero que podría ser el nuestro. En la selva amazónica, un grupo compuesto por 8 niños (chicos y chicas) soldado, reclutados por “la Organización” (dado el país y el contexto, pudiera ser un trasunto de algunos de los entes narcomilitares que sojuzgaron Colombia durante decenios, llámense FARC, ELN o similar) son adiestrados para la guerra, mientras se les encarga que vigilen a la Doctora, una rehén extranjera, y cuiden de Shakira, una vaca que ha de proveer al grupo de leche. Dos de los niños soldado, Lobo y Leidi, piden autorización para asociarse (eufemismo adoptado en el grupo para tener relaciones sexuales estables); tras la “noche de bodas”, en la celebración con disparos sin ton ni son, el niño llamado Perro mata a la vaca, por lo que es confinado bajo tierra. Lobo, el jefe del grupo, se suicida al ser el responsable del animal y padecer un temor insuperable a la represión de “la Organización”. El grupo empieza a descomponerse y a alejarse de la disciplina que hasta entonces lo había mantenido unido y firme...

Alejandro Landes es un cineasta colombiano, aunque nacido en Sâo Paulo, en Brasil, de todavía corta carrera, compuesta hasta ahora por tres films, el documental Cocalero (2007), sobre la campaña electoral de Evo Morales en Bolivia; el largo de docuficción Porfirio (2011), sobre un hombre que quedó parapléjico por una bala de la Policía, interpretado por el propio afectado; y ahora este Monos, del que reconoce el director y guionista que se ha sentido influido por las novelas El señor de las moscas, de William Golding, y El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad, siendo esta a su vez fue germen de dos films notables, El corazón del bosque (1979), de Manuel Gutiérrez Aragón, y, sobre todo, Apocalypse now (1979), de Francis Ford Coppola. Precisamente la publicidad del film se ha apoyado en este último título, resaltando que Monos estaría a su nivel, aunque ciertamente nos parece de todo punto exagerado.

Y no es que Monos carezca de interés: precisamente sus mejores bazas radican en las imágenes alucinadas de este grupo de niños soldado que va progresivamente convulsionando tras un hecho fortuito, la muerte de la vaca por una bala perdida en una celebración de borrachos. Esas imágenes alucinadas son lo mejor, pespunteadas por la música de Mica Levi, que aparece poco pero que, cuando aparece, lo hace poderosamente,  como un personaje más, con silbidos y trinos que evocan la naturaleza orgánica del film, rodado en su totalidad en las montañas colombianas, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar, y en la lujuriante e impenetrable jungla tropical. Pero, lamentablemente, Landes muestra una notable incapacidad para contar coherentemente su historia, que avanza a trompicones, con graves problemas de coherencia narrativa.

Así las cosas, queda una película brillante pero irregular, que habla sobre el fenómeno de los niños soldado, pero sobre todo, de cómo los chicos, en un entorno en el que todo se descontrola, cuando pierden las referencias que les hacían fuertes, tienden a establecer nuevas jerarquías, que se cimentan (nada nuevo bajo el sol) en la ley del más fuerte, o del que parece más fuerte, o del que da más miedo. Sobre las influencias artísticas citadas, quizá argumentalmente sean más evidentes las de El señor de las moscas, y visualmente más las de Apocalypse now (los rostros tiznados, la telúrica banda sonora, el sacrificio del bóvido, aunque aquí sea por una chapuza), quizá más que de El corazón de las tinieblas. También es evidente, teniendo en cuenta el principal país productor, Colombia, y el todavía tan reciente conflicto existente entre aquel estado y las narcoguerrillas, que hay una mirada muy cercana a estos niños llamados a ejercer de hombres y mujeres demasiado pronto, cuando todavía deberían estar dedicados a su oficio a esas edades, que no es otro que formarse y jugar.

Obra interesante pero que podría haberlo sido mucho más, ocurre con ella un fenómeno poco frecuente; tenemos escrito que los tráilers actuales, sobre todo los de las películas norteamericanas, son nefastos: te cuentan prácticamente toda la trama en dos minutos e incluso te sugieren cuál es el final. Con el tráiler de Monos nos pasó justo lo contrario: hecho a base de imágenes deslumbrantes, con un montaje rápido y que no permitía adivinar ni cuál era la historia que se contaba, ni mucho menos su desenlace, la película resulta ser inferior a ese tráiler, cosa como ya decimos es bastante poco frecuente.

La mayor parte de los actores y actrices son no profesionales, salvo el neoyorquino (de origen hispanoamericano) Moisés Arias, con una ya larga carrera actoral pese a su juventud, y que realiza aquí un notable trabajo como jefe sobrevenido del grupo, el equivalente al Jack de El señor de las moscas o al Kurtz de El corazón de las tinieblas, el “boss” con un punto demencial y visionario que se arroga el poder. Y, por supuesto, buena parte del tono alucinado del film corresponde a la partitura de Mica Levi, una sinfonía de sonidos que recuerda poderosamente el paisaje airado y lujuriante en el que se representa esta metáfora de la violencia ejercida por los que deberían estar absolutamente alejados de ella.

Nota a pie de página: De nuevo nos tenemos que hacer eco del maltrato animal perpetrado en una película, en este caso “post mórtem”. Y lo más chocante es que entre los países coproductores está un puñado de europeos, y también Estados Unidos, en cuyas normativas legales se prohíbe taxativamente cualquier tipo de maltrato animal en los rodajes de productos audiovisuales. Pues se ve que han puesto la pasta pero han mirado para otro lado... Lo diremos de nuevo: matar o maltratar animales para hacer una película es barbarie, no cultura.

(23-02-2020)


 


Monos - by , Sep 01, 2020
2 / 5 stars
Niños soldado