Pelicula:

La Tierra, circa 3200: tras la llamada Guerra de los 60 minutos (que debieron dar para mucho...), la civilización humana, estragada, ha quedado reducida a varias ciudades rodantes (sic) que vagan por el planeta bien intentando comerse unas a otras (para hacerse con el alimento y el combustible necesarios para sobrevivir), bien como pequeñas ciudades comerciales donde se compra y se vende de todo. En este contexto, la ciudad de Londres es la más temida de todas: es fuerte y poderosa y siempre está a la búsqueda de nuevas presas que deglutir; existe un movimiento de resistencia, la Liga de los Antitraccionistas, que luchan contra el Poder, personificado en el Alcalde y, sobre todo, en Thaddeus Valentine, un tipo que busca erigirse en el dueño del mundo a través de una energía omnipotente; dos personas, Hester Shaw, una resistente de pasado torturado, y Tom, un joven estudiante de Historia experto en antigüedades, se verán compelidos, accidentalmente, a unir sus fuerzas...

Mortal engines es la versión al cine de la novela homónima del británico Philip Reeve, publicada en España por Espasa con el título de Máquinas mortales, primero de una serie de cuatro libros en total (más algunas precuelas). Peter Jackson, director y coproductor de las trilogías de El Señor de los Anillos y El Hobbit, está detrás de esta que se quería nueva y rentable franquicia entre lo fantástico y lo aventurero, aunque me temo que esta vez el cineasta neozelandés ha pinchado en hueso: con un presupuesto de 100 millones de dólares, el film debutó en el mercado USA-Canadá (que el cinéfilo sabe funciona como una unidad de mercado) con unos míseros 7 millones de recaudación en el primer fin de semana, lo que hace sospechar que estamos ante un “bluff” económico y, lo que es peor, artístico.

Porque, aunque a veces cueste creerlo, la gente no es tonta, y Mortal engines exuda un aroma de operación mercantil que tira de espaldas. Ya el ciclo de novelas de Philip Reeve es tirando a marciano y con evidentes referencias (por no decir plagios) a clásicos de la ciencia ficción y el fantástico, pero es que en esta adaptación a la gran pantalla los elementos que han influido para todo lo que es la envoltura formal son más que evidentes: desde la saga de Mad Max, con su rollo postapocalíptico y estética punk, hasta Las aventuras del Barón Munchaussen, la película steampunk de Terry Gilliam, en cuyo diseño de producción están claramente inspiradas las ciudades rodantes, con su compleja, aparatosa maquinaria de engranajes y tuercas; incluso cabría recordar la famosa Laputa, la “ciudad flotante” de Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift; argumentalmente tenemos un poco de todo: el tema paterno/filial en clave villano/rebelde, a la manera de la saga de Star Wars; el muerto redivivo que parece un cruce entre el monstruo de Frankenstein y el mito de los zombies; el arma definitiva del archimalvado que habrá de ser neutralizada por una audaz maniobra aviadora (a la manera, de nuevo, de La guerra de las galaxias y spin-offs posteriores), y así “ad nauseam”.

Tampoco los personajes se puede decir que sean para tirar cohetes, con pasados oscuros que, sin embargo, saben a artificiales, a inverosímiles, carecen de verdad. No ayuda que los dos protagonistas, la islandesa Hera Hilmar y el irlandés Robert Sheehan, estén faltos de algo parecido al carisma; ni siquiera Hugo Weaving, que tiene dados todos los tiros del mundo, consigue que su personaje inicialmente ambivalente tenga peso, aparente algo parecido a un alma.

Para remate de los tomates, Peter Jackson, en vez de dirigir él mismo el producto, se lo ha endosado a su cuate Christian Rivers, experto en dirección de arte y efectos digitales, un fiel ayudante que ha estado en todas sus películas, pero que debuta como director con este elefantiásico film, lo que, a todas luces, le ha venido grande. La cinta carece de personalidad, no empatiza nunca con el público y, salvo en la última parte que, con la acumulación de acción, consigue al menos entretener, en general aburre con peroratas inanes y una línea argumental obtusa que induce al bostezo.

Ea, pues ya tenemos el castañazo comercial del año...


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128'

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Mortal engines - by , Dec 19, 2018
1 / 5 stars
Ciudades rodantes